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Reportaje:

Agua de colores en los cristales

Dos ourensanas de 14 años defenderán en Estocolmo un proyecto de climatización

Las dos amigas íntimas, compañeras de clase en tercero de la ESO, habían quedado en casa de una de ellas para preparar un trabajo que pensaban presentar a un concurso de literatura. Ana Esteban y Uxía Fernández se sentaron en la galería a escribir el relato, pero hacía mucho frío, y la calefacción tardaba en calentar la habitación. El padre de Uxía les explicó que el calor se escapaba por las ventanas, por mucho doble acristalamiento que tuviesen. Y entonces las chicas empezaron a darle vueltas a una idea, que al fin materializaron en su colegio, el Guillelme Brown de Pereiro de Aguiar, con su profesor de ciencias. Probaron primero a llenar con agua el vacío entre los dos cristales de una ventana, y más adelante comprobaron que el efecto aislante se multiplicaba si el líquido se teñía con tintas de colores. No era lo mismo, además, que el agua se tornase azul, verde, amarilla, roja o negra. Dependiendo de la tonalidad, el efecto aislante y la capacidad del fluido para absorber los rayos de sol variaba bastante.

Llenando de líquido teñido las dobles ventanas, se aisla mejor la casa La entrega del premio se aplaza a septiembre por la boda real de Suecia

Después de meses de trabajo, y muchas horas de recreo invertidas, el proyecto Diseño de un sistema de climatización mediante ventanas con cámara de agua se presentó en marzo en la Exporecerca Jove de Cataluña, una convocatoria a la que concurre todos los años con sus ingenios este colegio privado de Ourense. Y de ahí salió el invento catapultado a la final española de los Junior Water Prize 2010, la última criba antes de la final juvenil de los llamados "premios Nobel del agua", que se eligen en Estocolmo todos los años en junio.

En Barcelona, ante un jurado presidido por Rafael Mujeriego, catedrático de Ingeniería Ambiental de la Politécnica de Cataluña, Uxía y Ana se llevaron por delante los otros 12 trabajos relacionados con el agua que habían sido seleccionados, curiosamente todos procedentes de Cataluña, Galicia y Euskadi (algo que sucede con frecuencia por "el nivel" de estos alumnos, según fuentes de la organización). Al leer el fallo, Mujeriego destacó el "carácter innovador de la investigación" y la "brillante defensa" llevada a cabo por estas dos ourensanas de 14 años, más jóvenes que la media del concurso.

Ahora, en Estocolmo, Ana y Uxía tendrán que defenderse con el mismo aplomo ante un jurado de expertos extranjeros, y tendrán que hacerlo en inglés. Ni a ellas ni a su tutor de ciencias, Carlos Pérez Freire, se les ve preocupados por el detalle. "No es problema, el inglés lo tienen muy machacado", asegura este profesor de Física, Química, Biología y Plástica. Por primera vez, la eliminatoria mundial, en la que se disputarán el premio proyectos de algo más de 30 países, se ha aplazado de junio a septiembre porque la encargada de entregar el galardón, la princesa Victoria de Suecia, se casa este sábado en la catedral de San Nicolás.

Pérez Freire ya llegó a la final con Alicia González, otra alumna brillante, en 2008, por un estudio sobre las mareas. Y dice que lo hubiera intentado también en 2009 si, precisamente en Estocolmo, no hubiese notado los primeros síntomas de una enfermedad muy grave que le quitó hasta la capacidad de hablar y lo puso de baja un curso entero. De vez en cuando, porque le podían las ganas, visitaba a sus pupilos en el laboratorio, y este año, recuperado y de nuevo en el colegio, sacó adelante más proyectos que nunca con sus alumnos: "Han arrasado" en los concursos de ciencias.

En unos días, otras chicas del Guillelme Brown marchan a Moscú, y en noviembre, Uxía, Ana y él mismo tienen pagados los pasajes para otra cita en Brasil, en la Mostratec de Novo Hamburgo. "Aquí colaboramos todos los profesores, los de Ciencias y los de Letras" defiende Pérez. "Al principio nos costó muchísimo involucrar a los chavales, pero ahora son ellos los que en los descansos se quieren ir al laboratorio a terminar sus trabajos".

Ana y Uxía no han pensado qué quieren ser de mayores. "Puede que médico", dice Ana, pero no lo tiene muy claro. Sólo saben que se van a dedicar a la ciencia, y que el curso que viene seguirán probando. Para evitar tentaciones a los ladrones de ideas, el cristal con agua de colores ha sido registrado. Ellas demuestran su funcionamiento introduciendo un termómetro en una maqueta que recrea una habitación pintada de blanco, que cambia de color con la luz, según el tono del líquido de la ventana. El doble acristalamiento de toda la casa funcionaría igual que el circuito cerrado de la calefacción. El agua entraría por abajo, saldría por arriba y siempre estaría circulando. Para evitar que se congelase en las noches muy frías, las ventanas se podrían vaciar. El "motorcito" que bastaría para mover el líquido funcionaría con una placa solar. Junto al depósito estarían los cartuchos de tinta con los colores primarios, que el usuario mezclaría cada día a su gusto abriendo unas llaves de paso. "Dependiendo de su ánimo", podría ver el mundo púrpura o sonrosado.

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