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"Tras disparar, me vi como el borracho al que tiran agua fría".

El guardia civil juzgado por matar a su novia dice que estaba ebrio y deprimido.

Ebrio de cubalibres y deprimido. Con estas dos atenuantes, el ex guardia civil Jaime Máiz describió ayer ante el tribunal que le juzga las circunstancias psíquicas bajo las que se encontraba cuando admitió haber disparado, con su arma reglamentaria, contra su novia a las puertas del cuartel de Cambados donde estaba destinado, en diciembre de 2007. Pero, además, el asesino confeso de Mari Luz Posse alegó pérdida de memoria en los instantes anteriores a cometer el asesinato y con absoluta frialdad dijo al jurado popular: "Sólo me acuerdo de escuchar la detonación, de apuntarle no".

La declaración del acusado en la primera sesión del juicio sólo pudo centrarse en los minutos siguientes de acabar con la vida de su ex pareja sentimental. A preguntas de su abogado, Jaime Máiz relató que esa noche se encontraba bajo los efectos del alcohol y de una larga depresión por la que había estado a tratamiento psiquiátrico, aunque estaba de vacaciones de Navidad. "No me enteré de haberle disparado y después de hacerlo me sentí como el que va borracho y le tiran un cubo de agua fría".

El fiscal le pide a Máiz una pena de 20 años y la defensa, su absolución.

Con estos elementos de defensa, el abogado del acusado incluso solicitó su absolución, alegando la eximente de embriaguez plena y alteración psíquica, pero de no ser finalmente admitida por el tribunal, calificó los hechos de homicidio involuntario para reducir la condena a cinco años de los 20 que solicita el ministerio fiscal por asesinato.

En su recordatorio de los hechos, el ex guardia relató que la noche de autos había quedado con su novia para charlar, después de mantener la víspera una larga conversación telefónica. "Tengo bastantes lagunas de ese día", alegó. Después, explicó al tribunal que la relación entre ambos se inició en 2002 hasta que él decidió acabarla, dos meses antes de producirse el homicidio. Una ruptura, según declaró, que le ocasionó una fuerte depresión por lo que estuvo de baja psicológica. El acusado culpó de la situación a uno de los hijos de su novia, con el que tuvo varios enfrentamientos después de que éste le hubiera denunciado por presunto maltrato a su madre, aunque esta le pidió que la retirara.

Máiz dijo que no era cierto que la mujer rompiese la relación -"era ella la que quería reanudarla"-, aunque su versión fue desmentida por varias amigas de la víctima, que declararon entre los 14 testigos convocados al juicio. El acusado aseguró que no la estuvo buscando por Cambados esa noche, aunque tampoco negó con rotundidad que la hubiese llamado a su móvil en varias ocasiones antes de cometer el crimen. El abogado de la acusación mostró las nueve llamadas que quedaron registradas en el teléfono de la víctima. "Sólo me acuerdo de una", insistió. De lo ocurrido en el cuartel, Máiz también alegó falta de memoria. "No recuerdo haberle dicho a un compañero lo de 'antes de que ella me arruine la vida, me la arruino yo mismo", declaró.

Máiz llegó al juicio en la Audiencia Provincial de Pontevedra en medio de una gran expectación, trajeado y muy tranquilo. El acusado se encuentra en libertad por un supuesto error judicial en la prórroga de la prisión preventiva. Una de las hermanas de Mari Luz Posse, la mujer a la que disparó, respondió duramente a las insólitas declaraciones del acusado: "Dice que estaba borracho, pero no le tembló el pulso cuando le disparó entre ceja y ceja".

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