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Crónica:SUDÁFRICA 2010 | COSTA DE MARFIL 0 - PORTUGAL 0
Crónica
Texto informativo con interpretación

Combate nulo

Cristiano no encuentra espacios y Drogba juega con demasiadas precauciones por su lesión

El esperado duelo entre Cristiano Ronaldo y Drogba se quedó en nada. En un armisticio firmado por el delantero del Chelsea cuando fue a abrazar al del Madrid y le susurró algo al oído después del lanzamiento de una falta por parte del portugués. En medio de tanta tensión como tedio, Cristiano encontró un resquicio para relajarse y sonreír. Firmaron la pipa de la paz, puesto que ninguno podía imponerse al otro. Cristiano, porque fue abandonado por un equipo que no está a su altura, especialmente por la baja forma de Deco, el catalizador del juego desde la Eurocopa de Portugal 2004, y porque un jugador tan físico como él se encontró con la horma de su zapato: los marfileños son tan rápidos y potentes como él. En cuanto a Drogba, recibido como el redentor por las distintas aficiones africanas en el minuto 66, actuó cohibido por la lesión sufrida la semana pasada, esa rotura del cubito del antebrazo derecho que aventuraba su ausencia del torneo. Dispuso de una protección especial, aceptada por el árbitro y sus rivales, pero mentalmente estaba mucho más preocupado de protegerse que de rematar.

Si se le compara con Messi, Cristiano perdió la partida. Solo tuvo un disparo, al palo

Cualquiera de las dos selecciones puede enfrentarse a España en los octavos de final. Cualquiera está a años luz desde el punto de vista técnico. Otra cosa es que Portugal disponga de la amenaza constante de Cristiano y que Costa de Marfil, el más fuerte de los equipos africanos, exhiba una musculatura descomunal. El plan tanto de Queiroz como de Eriksson, dos técnicos básicamente conservadores, era no perder y a ello dedicaron la mayor parte de sus energías.

Si se le compara con Messi, Cristiano perdió claramente la partida. El argentino se fabricó él solo media docena de oportunidades de gol, erradas en el último momento por un exceso de ansiedad en el remate. El luso, en cambio, solo dispuso de una. Para una vez que le dejaron controlar a 30 metros del área, se revolvió, buscó el ángulo de tiro rodeado de dos rivales y envió uno de esos disparos serpenteantes que odian tanto los porteros de cualquier condición. En su caso, Barry sabía mientras volaba hacia su lado derecho que nunca llegaría al balón. Dio en un poste. Desde el banquillo, Drogba se atusó la cabellera negra antes de santiguarse y resoplar: la moneda había salido cara, pensó.

Cristiano también se marchó resoplando al descanso. Pero de irritación. Deco decía que no con la cabeza antes del comienzo de la segunda parte. No les gustaba lo que estaban viendo. Ni sus actuaciones individuales ni la del equipo, incapaz de encontrar la mínima grieta en una defensa cerrada a cal y canto por Zokora, jugador del Sevilla, retrasado por Eriksson como un libero a la antigua usanza.

Queiroz quiso abrir el campo con Simão en vez de un Danny fantasmal, uno de esos jugadores por los que se han pagado grandes fortunas sin que se sepa verdaderamente por qué (el Zénit, ruso, invirtió en él 30 millones de euros en agosto de 2008). Descontento con un Deco desconocido, Queiroz también le sustituyó por Tiago. A Portugal, definitivamente, le faltan toneladas de creatividad en el centro del campo. Meireles y Pedro Mendes no pueden dársela.

A la entrada de Drogba, un aficionado levantó un humilde cartón mientras daba saltos de alegría: "Haz sentir a África que está aquí". Apagado Eto'o en Camerún, al continente negro se le escapan los referentes y se agarra al delantero del Chelsea como su último salvador. Aunque ayer apenas fuera una sombra de sí mismo, condicionado en sus movimientos por ese hueso roto.

Con las camisetas ajustadas, los marfileños acentuaban su marcada superioridad muscular. Gervinho, Dindane y Kalou, especialmente el primero, mantuvieron el miedo en el cuerpo de la zaga dirigida por Carvalho. Pero siempre se les fue el último pase, regate o control. Fueron muy imprecisos en el área adversaria y, aunque acabaron atosigando a Portugal, desaprovecharon un postrer córner sacándolo en corto y dando tiempo al árbitro para que pitara el final del encuentro. Un anticlímax que resumía un duelo sin alma, un combate nulo. En el grupo de la muerte reinó, para empezar, el aburrimiento.

Cristiano Ronaldo y Demel se encaran durante el encuentro.
Cristiano Ronaldo y Demel se encaran durante el encuentro.REUTERS

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