De Van Riebeeck a Van Persie

Habría algo apropiado en que los holandeses ganasen el Mundial de Sudáfrica o incluso en que lo perdiesen estrepitosamente. Sin ellos, Sudáfrica no sería Sudáfrica.

El evento histórico más determinante en la historia del país fue la llegada al cabo de Buena Esperanza de los primeros colonos blancos, encabezados por un holandés que todos los niños de colegios sudafricanos conocen, Jan van Riebeeck, en 1652. De esta primera colonia holandesa surgieron los afrikáners, a día de hoy la tribu mayoritaria blanca, la que fundó en 1948 el sistema de leyes de discriminación racial conocido como el apartheid y que duró hasta la llegada de Nelson Mandela al poder en 1994.

Durante 342 años, los afrikáners, cuyo idioma es más parecido al holandés de hoy que el catalán al castellano, habían sido inflexiblemente fieles a su principio de superioridad racial. A tal punto de que, cuando el imperio británico abolió la esclavitud a comienzos del siglo XIX, los afrikáners, asqueados, se subieron con sus familias y sus pertenencias a sus carros e iniciaron una emigración masiva al norte del país.

La defensa del cuadro naranja tendría problemas ante un ataque imaginativo

El delantero Elia inyectó agresividad y podría ser un jugador revelación

En el norte de Sudáfrica, concretamente en Johanesburgo, la ciudad más próspera del continente, fue donde ayer los herederos europeos de Van Riebeeck disputaron su primer partido del Mundial 2010. La selección de Holanda tiene un punto en común, y quizá uno solo, con sus descendientes, los afrikáners: la inflexibilidad. Otros grandes equipos han dado giros importantes en los últimos años, pero los holandeses se han mantenido fieles a su estilo de juego. La posesión del balón, el movimiento constante, la idea de fútbol total que ellos patentaron. En esencia, es la versión europea del concepto de fútbol como espectáculo que siempre se ha asociado con los brasileños, pero que los brasileños han traicionado en los últimos años.

Ayer, en el partido inaugural del grupo E, en el estadio Soccer City, los daneses recurrieron al método habitual de los equipos que juegan contra Holanda: la contención. Dejar que Holanda haga lo suyo y esperar que en un balón largo la fortuna les favorezca.

Un golpe de suerte para los daneses fue la decisión del técnico holandés de no arriesgar al recién lesionado Robben, su jugador más peligroso, en el once inicial. Bert van Marwijk contó, de todos modos, con otros jugadores capaces de asustar a cualquiera. Holanda, una de las grandes canteras de talento para las Ligas europeas, incluía en su alineación titular a jugadores del Madrid, el Inter, el Bayern, el Liverpool, el Arsenal.

Robin van Persie, el delantero más habilidoso del equipo de Arsène Wenger, se perdió casi la totalidad de la temporada inglesa con una grave lesión, pero, recuperado, buscará en este Mundial la oportunidad de dar el salto y ser reconocido como uno de los grandes goleadores del mundo.

Ayer, aunque claramente le faltaba rodaje, causó ansiedad permanente en la rocosa defensa danesa y fue una jugada suya la que creó el lío en el área rival que provocó el autogol del lateral Simon Poulsen.

Hubo señales, por otro lado, de que un ataque más imaginativo que el danés podría generar problemas graves a una defensa holandesa que incluye al veteranísimo capitán Giovanni van Bronckhorst, ex del Barcelona, y a Heitinga, descarte del Atlético.

La apuesta defensiva de Holanda corre en primer lugar, como la del Barcelona (equipo inspirado ideológicamente por el holandés Johan Cruyff), por la posesión del balón. Y para eso cuentan en gran medida con su director de orquesta, su Xavi, Wesley Sneijder, que ayer fue el amo y señor del centro del rectángulo.

Dinamarca tuvo una buena ocasión de gol, desperdiciada por el joven grandote Nicklas Bendtner (suplente de Van Persie en el Arsenal), pero la superioridad holandesa fue, por lo demás, abrumadora.

El segundo gol, de Dirk Kuyt, fue más que merecido. Llegó tras una gran jugada de Elijero Elia, un delantero que juega por la izquierda y cuya irrupción en el campo como suplente en el minuto 67 inyectó una agresiva vitalidad al juego holandés. Elia, de 23 años, dio señales de poder convertirse en uno de los jugadores revelación del Mundial.

Jan van Riebeeck, al verlo, se habría quedado atónito. Elia es de raza negra.

Holanda 2 - Dinamarca 0