Poco juego, mucho resultado
El técnico holandés, Van Marwijk, obtiene victorias sin firmar el juego sugerente que acostumbra su selección
"Me gusta el fútbol de ataque, pero también me gusta ganar". Probablemente, no hay muchos países en los que semejante declaración de intenciones pueda ser sacrílega. Pero Holanda es uno de ellos. Bert Van Marwijk (Deventer; 1952), el hombre que se hizo cargo de la Oranje tras la Eurocopa de 2008, tiene muy claras sus prioridades. Antes de arrancar el Mundial, les dijo a sus jugadores que las victorias están por delante del buen juego. Tras ganar los dos primeros partidos, hoy solo se juega ante Camerún la primera plaza del Grupo E (Cuatro y C+ Liga a las 20.30). El técnico no renuncia al ideal del fútbol total, pero en su mente están muy presentes las derrotas en las finales de los Mundiales de 1974 y 1978, cuando la Naranja mecánica asombró al mundo con su juego, pero no levantó ningún trofeo.
En 2002, levantó la Copa de la UEFA, tras derrotar al Borussia Dortmund; y en 2008, ganó la Copa de su país ante el Roda
Van Marwijk: "Soy el primero al que le encantaría ganar con un fútbol maravilloso"
En aquellos años, Van Marwijk desarrollaba su carrera como jugador. Militó en equipos de segunda fila durante dos décadas, fue internacional una única vez y ganó una Copa holandesa en 1978, vistiendo la camiseta del AZ Alkmaar. Siendo jugador del MVV Maastricht, empezó a entrenar a las categorías inferiores del club, por lo que una vez retirado como futbolista, transitó de forma natural hacia la posición de técnico.
En poco más de 20 años en los banquillos, Van Marwijk ha ganado dos títulos, ambos con el Feyenoord. En 2002, levantó la Copa de la UEFA, tras derrotar al Borussia Dortmund en la final (3-2); y en 2008, ganó la Copa de su país ante el Roda (2-0). El triunfo en la competición europea es el mayor éxito de su carrera y le permitió medirse al Madrid de Zidane y Figo en una Supercopa que ganó el equipo blanco (3-1), dirigido entonces por Vicente Del Bosque. Van Marwijk también entrenó al Borussia Dortmund entre 2004 y 2006, pero no consiguió nada mejor que dos séptimas plazas en la Bundesliga.
Victorias entre dudas
Con una trayectoria no demasiado reseñable, su designación como seleccionador generó dudas desde el primer momento, aunque no tardó en despejarlas. Hombre tranquilo y afable, Holanda ganó bajo su mando los ocho partidos que jugó en la fase de clasificación para el Mundial. Respetó el patrón que instauraron Rinus Michels y Johan Cruyff con la Naranja mecánica, que prolongó durante la Eurocopa anterior su predecesor, Marco Van Basten, y reforzó la faceta defensiva del equipo, asesorado por sus ayudantes Frank De Boer y Phillip Cocu, ambos ex azulgrana. Con 17 goles a favor y solo dos en contra, fue la primera selección europea que se aseguró su presencia en Sudáfrica. También ha sido la primera de todas las participantes en clasificarse matemáticamente para los octavos de final.
El problema es que el juego de su equipo está lejos del fútbol total que sus compatriotas quieren ver. Ha ganado a Dinamarca y Japón con una posesión del balón cercana al 60%, sin encajar ningún gol y disparando 27 veces a puerta (12 entre los tres palos). Sin embargo, solo ha marcado tres goles y dos de ellos han sido gracias a un error garrafal del contrario. Holanda toca mucho pero carece de creatividad a la hora de atacar. Hace un fútbol más práctico que bonito y, a pesar de los resultados, la prensa del país lo critica. "Soy el primero al que le encantaría ganar con un fútbol maravilloso", responde Van Marwijk. Obligado a defender su estilo y a sus jugadores, se ha escudado en los planteamientos de sus rivales y ha exaltado la paciencia del equipo como su gran virtud. "Entiendo que la gente quiera ver un juego atractivo. Pero si vas demasiado al ataque, tienes más posibilidades de perder e irte a casa", amplió. Estilos al margen, Van Marwijk ha ido a Sudáfrica con la intención de que la Eurocopa de 1988 deje de ser el único trofeo en las vitrinas holandesas.
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