Manifiestamente mejorable
José Mercé hizo su noche, que fue, a mi juicio, manifiestamente mejorable. José Mercé es una gran voz, eso nadie lo pone en duda, y cuando canta flamenco, flamenco, usa de ella normalmente a la perfección. Lo que ocurre es que con frecuencia, después de hacer un poco de cante tradicional, se pasa a otra cosa que podríamos calificar como canción aflamencada, en la que ya nada es lo mismo, y todo se queda en eso. Entonces el resultado es otra cosa que él sigue llamando flamenco, pero sobre el que yo tengo mis dudas. Por supuesto que Mercé tiene su público también para este género de cante-canción, y canta a su gusto y con éxito notable.
Esta noche fue eso lo que sucedió. Hizo tres cantes tradicionales, aparte las bulerías del final, y después ya se entregó a esa parafernalia del cante-canción a que acabo de aludir, con preponderancia de temas del nuevo disco que ha salido recientemente, titulado Ruido. Muchos coros, muchos estribillos, muchas palmas, y en eso se queda todo. Cantó, incluso, uno de sus éxitos del pasado, Al alba de Luis Eduardo Aute, y por su empeño de que el público lo cantara con él estuvo a punto de arruinarlo.
RUIDO
Cante: José Mercé. Toque: Moraíto Chico y Dani de Morón. Bajo: Manolo Nieto. Percusión: Güito. Coros y palmas: Marcelino Fernández, Antonio de los Reyes y Rafael de los Reyes. Teatros del Canal. Madrid, 12 de junio.
No fue, pues, la mejor noche de Mercé. Cantó casi siempre a media voz, de manera monocorde y monótona, levantando el grito solo en algunos puntos de gran espectacularidad. Pero en el resto del tiempo, ya digo, parece que no tenía muchas ganas de explayarse. Se limitó a seguir los cantes, bastante parecidos entre sí por otra parte, e irlos diciendo sin más.
Los tres cantes tradicionales que hizo al comienzo de su actuación fueron malagueñas, soleares y siguiriyas. No los hizo mal, aunque tampoco brilló a la altura a que nos tiene acostumbrados de anteriores ocasiones. Decididamente, José Mercé no se encontraba en un momento de gran inspiración, ni iba a encontrarse con la misma. Al término del concierto salvó casi la noche con una larga secuencia de bulerías de su tierra jerezana, en las que brilló con gracia y duendes, quitándose un tiempo del micrófono y bailándoselas. Un cierre afortunado para una noche que no lo había sido tanto, porque el flamenco tiene estas cosas y un momento de acierto puede salvar casi toda una velada de desconcierto y poca ventura.
Se acompañó por un grupo numeroso, al frente del cual estaba la guitarra de Moraíto Chico. Una gran guitarra, que tuvo ocasión de lucirse en un solo por bulerías de notable énfasis. El otro guitarrista, joven, también tuvo una brillante actuación, igual que Nieto y Güito. Los tres componentes del coro trabajaron mucho, lógicamente, y tuvieron ocasiones para lucirse. De cualquier forma, el público disfrutó bastante de la sesión y aplaudió con entusiasmo, pidiendo a Mercé que hiciera algún tema más.
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