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Columna
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Erotismo, PSOE y Rusia

Llevo una semana enganchado con Erato bajo la piel del deseo. Antología de poesía erótica, un libro espléndido de 560 páginas, de Pura Salceda, publicado por Sial, y que encontré en la caseta 198 que esta editorial tiene en la Feria del Libro de Madrid. En esta misma caseta, cuando adquirí el libro, firmaban sus obras Bernardo García Pintado -su poemario El río del misterio- y Víctor Márquez Pailos -El rostro de la soledad y Cartas desde el silencio-, dos monjes benedictinos que presentaron, el domingo 6 de junio, sus libros en el pabellón Carmen Martín Gaite, donde el novelista José María Mozo les preguntó qué sentían los monjes ante la presencia de mujeres en el convento.

En la mañana del jueves 10 de junio, en que se cumplen los 100 años de la entrada de Pablo Iglesias en el Congreso, como primer diputado del PSOE, leo el poema Procúrame tu mano, Jesús, firmado por la mexicana Martha Leticia Martínez de León, fotografiada, de medio cuerpo, desnuda de cintura para arriba dejando ver su seno izquierdo mientras el seno derecho queda velado por unos tirabuzones. En esta antología que reúne a 90 poetas relativamente jóvenes, la primera innovación, acorde con el tema erótico de los poemas, la hallamos en no pocas fotografías con las que se presentan los poetas. Especialmente las mujeres, más libres del pudor cristiano, se dejaron fotografiar ligeras de ropa como si las fotografías fueran para Diez Minutos o Cuore. Veo en la portada de EL PAÍS de ayer la foto del enorme mural con el retrato de Pablo Iglesias que presidió anteayer los actos del centenario del grupo parlamentario socialista. En la misma línea que Erato bajo la piel del deseo, que reúne las fotos de 90 poetas, la fotografía del mural del retrato del fundador del PSOE estaba compuesta con rostros de los 1.551 parlamentarios socialistas.

Hubo una época en que, antes de desayunar, tenía que vociferar irreverencias contra la religión

Hubo una época de mi vida en que, por prescripción médica, antes de desayunar tenía que vociferar ochenta o cien crudas irreverencias contra la religión. Y, como a aquel médico yo le había transferido la fe que antes había tenido en Cristo -por cierto, sexualmente deseado por la mexicana Martha Leticia Martínez de León en su excelente poema mencionado-, cumplí con su prescripción y, poco a poco, me fui curando el odio que les tenía incluso a las hierbas de los jardines en mi sospecha de que pudieran estar bautizadas.

Estaba, por ejemplo, sentado en el parque de la Fuente del Berro, a dos pasos de la estatua de Puskin -que, por cierto, el pasado jueves estaba especialmente feliz por celebrarse en la Embajada de Rusia (Velázquez, 155) la Fiesta Nacional de su patria, en la que, guiado por el poeta y dramaturgo Manuel Muñoz Hidalgo, estuve a menos de un metro de mi ídolo Raphael, tras saludar al embajador ruso que recita de memoria a san Juan de la Cruz - y, de pronto, me preguntaba en el parque: ¿quién me puede asegurar a mí que no ha andado por aquí un cura hiperactivo y se ha pasado la tarde bautizando las hierbas de este parque?

Y entonces me plantaba ante el monumento de Bécquer y le preguntaba llamándole por su primer nombre de pila: "Gustavo, ¿has visto por aquí algún cura tocando las maracas con el hisopo?". Y como Gustavo no me contestaba nada, insistía apelando esta vez a su segundo nombre de pila y le decía: "Adolfo, ahora que acaba de presentarse en la Biblioteca Pública Manuel Alvar (Azcona, 42) el excelente número 12 de la revista Piedra del molino, que dirige Jorge de Arco, díme: ¿han venido por aquí los monjes de Silos, el padre Bernardo y el padre Víctor, y han bendecido estas hierbas?". Apenas Bécquer oyó pronunciar el título de la revista, Piedra del molino, no resistió más su mutismo y bramó: "Estos poetas de Piedra del molino pretenden turbar mi sueño. Pero, ¿has visto que en las 15 primeras líneas de la revista hay hasta dos frases en que se habla del bautismo? (Y su piedra bautizó esta esencial arteria y esa piedra molinera bautiza nuestra revista). Pero, ¡si en esta revista se habla del bautismo más que en los libros de los monjes benedictinos!".

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"Compréndelos, Bécquer", le contesté llamándole ya por su apellido, "Piedra del molino es una revista apoyada por la Comunidad de Madrid y ya puedes imaginarte que su presidenta, Esperanza Aguirre, ve con buenos ojos estas menciones del bautismo. Pero no te ofusques por tu anticlericalismo. El magnífico poema Lejanías, de Francisco Javier Irazoqui, autor de Nota de música (Hiperión), está hablando de ti. Escucha: "El hombre / que a solas enguaja su fantasma / y moja la colección de días muertos. / Dice: el tiempo ha huido / pero me ha dejado su losa; / mi peine conversa con la muerte, / la hierba inclina el verde calcinado / y las naves sostienen el canto que consume sus alas". Y Bécquer asintió con un leve movimiento de cabeza.

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