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Tentaciones
Reportaje:MÚSICA

Nuevos reyes del estadio

Muse es la única banda capaz de llenar un estadio y cuyo nombre no le suena ni a tu abuela. La única con las agallas, la fortuna o la imprudencia para lograr convertir lo ridículo en algo con apariencia de sublime. Son la confirmación de que se necesitan 200 grupos indies para juntar 20.000 modernos, pero que sólo es necesario un combo de rock progresivo, épico y descomunal para congregar 50.000 almas en pos de una experiencia catártica. La banda de Devon liderada por Matt Bellamy acomete lo impensable: una gira por estadios europeos con un espectáculo de un millón de euros, sus premios como mejor banda en directo del Reino Unido y su repertorio plagado de canciones en las que confluyen todos los estilos que la modernidad ha denostado durante la última década como armas de confusión masiva. Siguiendo la senda de clásicos como Pinochet o U2, Muse quieren llenar estadios.

"En este grupo nada es lo bastante ridículo como para ser descartado"

"En esta banda, nada es lo suficientemente ridículo para ser descartado", comenta a través de la línea telefónica Chris Wolstenholme. "Especialmente, durante la grabación de The resistante (su último álbum hasta la fecha) nos dimos cuenta de que éramos el tipo de grupo que jamás debe descartar una idea, por descabellada que parezca. Así, introdujimos influencias poco previsibles para nuestros fans y nos empeñamos en meter casi todo lo que nos pasaba por la cabeza en casi todas las canciones".

Y volvió a funcionar. El álbum fue número uno en 19 países. En su primera semana en las listas estadounidenses alcanzó el tercer puesto y despachó casi el doble de copias que su anterior trabajo, Black holes and revelations, que llegó al puesto nueve y colocó 48.000 unidades. Desde el lanzamiento de Showbiz en 1998, la banda no ha hecho más que ampliar su catálogo de influencias, alejándose cada vez un poco más de aquel combo que recordaba a Radiohead con hambre de estadio. "En el fondo, creo que aún somos una banda independiente", razona Chris. "Pero está claro que no compartimos muchos de los preceptos de la independencia actual, como la baja fidelidad o el apego a las revistas de moda. Somos una anomalía, y aunque hacer una gira de estadios europeos sea algo que nos hace mucha ilusión, también es a la vez algo que nos aterra. No somos U2 y nuestro público, aunque mayoritario, sigue siendo mucho más concreto y menos transversal que el de las bandas que hoy aún pueden llenar campos de fútbol. También somos más jóvenes, pero eso es bueno. El problema es que cuando teloneamos a U2, Matt comentó que nosotros también podríamos hacerlo. Otra idea ridícula que decidimos probar, ya ves".

La gira por estadios europeos, titulada Augmented reality [realidad aumentada], arrancó en San Siro (Milán) el pasado día 8 y llegará al Vicente Calderón el 16, tras pasar dos noches en el parisiense Stade de France. En septiembre llenarán dos veces Wembley, pero eso ya no es ninguna novedad para ellos. Para una banda con referencias orwellianas, un ideario estético cercano al de Cronenberg y una música que remite a lo que hubieran sido Queen si en vez de liderarles un divo lo hubiese hecho un guitarrista loco que leyó demasiado a JG Ballard, no está nada mal. Los suyos son preceptos en las antípodas de Coldplay, la otra banda de su generación que puede congregar masas de tamaño similar. "Todo este tinglado está haciendo que tal vez nos estemos preocupando mucho por el tamaño y la naturaleza de la banda, y eso tampoco es bueno. Si hemos llegado hasta aquí es porque no hemos tenido miedo a sonar como sonamos, a sacar un piano blanco en los shows y mucho menos a que nuestra disposición en el escenario sea un homenaje a Yes. Debemos dejar de darle vueltas o acabaremos hartos y grabando acústicos".

<b>Bellamy, Wolstenholme y Howard. Muse en estado de reposo.</b>
Bellamy, Wolstenholme y Howard. Muse en estado de reposo.WARNER

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