El discreto y castizo encanto de Urrutia
El cantante da un soberbio concierto para presentar su nuevo trabajo
Sabe Jaime Urrutia que ya no gusta tanto a las jovencitas que se escapaban de casa para ir a sus conciertos; que tampoco puede presentarse en un concierto como hizo la primera vez que tocó en Rock Ola diciendo, como provocación punk, "somos Gabinete Caligari y somos fascistas". Ya no le hace falta. Se ha ganado a pulso el título de, sin exageraciones, el Johnny Cash español. ¿Lo dudan? Bastó con ir a la hora y media de concierto en la sala Joy Eslava para dar fe de ello. Tras 30 años en la música ha construido discretamente una carrera en solitario más que sólida, aguantando los embistes del mercado y de las radiofómulas que ya no le pinchan. Aunque para contar lo que ocurrió no hace falta recurrir a quejicas argumentos.
El rockero mezcló con éxito los nuevos temas con la vieja tralla
A las 21.15 se levanta el telón y aparece Urrutia, escoltado por una imponente banda (guitarra, bajo, batería, saxo y teclados). A sus 52 años es un señor rockero con sustancia: tupé, media sonrisa, camisa negra, solapas levantadas, botines blancos, piernas arqueadas y Telecaster en ristre con la que ataca De perdidos al río, una de las canciones de su nuevo disco, Lo que no está escrito. "Mojarme el culo, qué más da", cantaba ayer, con una voz profunda y que sale de las tripas. Una letra que podría servir como declaración de intenciones. Urrutia no tiene que demostrar nada a nadie. Simplemente hacer buenas canciones y hacer sonreír a la gente. Ayer lo logró. Sus nuevas composiciones suenan tan sencillas, poéticas, costumbristas, divertidas, artesanales y emocionantes como las de siempre. Quizá con menos gancho comercial, pero qué más da. De perdidos al río. Anoche mezcló con acierto los nuevos temas (Tarde, Lo que no está escrito, Siempre a veces, Tratando...) con la vieja tralla en solitario: canciones en las que reivindica, sin herir sensibilidades, ese orgullo heterosexual de letras dedicadas a mujeres fatales y de bandera, si puede ser. Qué bien suena en directo ¿Dónde estás?, Maribel ("Maribel, no te amargues la vida y asienta tu culazo en mis rodillas, por tus besos Maribel, daría la vida") y Qué barbaridad ("Que borrachera, qué sucio está el mal, que no me quieras que barbaridad; menuda jaca, menudo patán, no tengo resaca qué barbaridad").
Urrutia sabe dar esos concierto donde se saborea cada letra, cada coma y cada tilde...Eso sí, por el público, que no bajaba de los 30 años. Por favor, una caña de Mahou, un puro y una de rabo de todo para Urrutia. Que se lo merece.
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