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Reportaje:

Cómo llegar a líder al galope

Un curso incorpora a caballos como miembros del equipo para desarrollar habilidades directivas - Empresas vascas participaron ayer en una sesión

El mundo empresarial y el de los caballos tienen mucho más en común de lo que parece a simple vista. Los paralelismos entre las jerarquías establecidas en ambos ámbitos existen. Así, el presidente de una compañía sería el equivalente al semental de la manada. Es quien tiene una visión global de la situación. En el siguiente escalón, se encuentra el director general, alter ego de la yegua guía. Es decir, la que toma decisiones concretas a diario -comer aquí, desplazarse allá- y se apoya en otras hembras para lograr sus objetivos. En el último nivel se halla el resto de miembros del grupo. Ahora bien, también hay diferencias. En el universo equino la manada no cuestiona la elección de un líder, mientras que en el empresarial sí puede ser puesto en duda, e incluso censurado por algunos trabajadores.

"La interacción con ellos es honesta y rápida", apuntan los profesores

Existen numerosos cursos para aprender a ser un buen líder y mejorar las relaciones entre los empleados de las empresas, pero pocos utilizan caballos para lograr optimizar resultados. La empresa Adecco, dedicada al sector de los Recursos Humanos, lleva varios años desarrollando su programa de formación Liderazgo con caballos, al que cada curso asisten medio millar de directivos y trabajadores de empresas españolas. Ayer, por primera vez, celebró una sesión para una decena de compañías del País Vasco y Cantabria en el Club Hípico Laukiniz.

Se trataba de una sesión demostrativa del programa, que luego se elabora a medida de las necesidades del cliente, para los directores del departamento de Recursos Humanos de, entre otras, empresas vascas y cántabras del sector financiero -BBK, Caja Laboral-, de la automoción -Clúster de Automoción de Cantabria y Euskadi-, telecomunicaciones -Euskaltel- y la decoración -IKEA-. Al acabar, muchos alabaron la idea. "A la gente se le quedaría lo aprendido por lo original que es", opinaba Beatriz Fernández, de IKEA.

La jornada comenzó con una charla de los dos monitores que coordinaron los ejercicios, el etólogo -rama de la biología y de la psicología experimental que estudia el comportamiento de los animales- Edgar Guerrero, y César Torelló, consultor de empresas, encargado de traducir las respuestas de los caballos al lenguaje del comportamiento humano. El objeto de esa primera toma de contacto era aclarar varios puntos. ¿Por qué caballos? "Porque la interacción es instantánea y honesta", explicaron los expertos. No ocurriría lo mismo, por ejemplo, en el trabajo, "donde se desempeñan roles determinados e intervienen otros factores", resumió Torelló.

Los participantes eran incapaces de concretar sus expectativas sobre el curso, dado lo "sorprendente" de la iniciativa, tal y como la calificaba Eduardo Gorostiaga, de BBK. "Vengo con la mente abierta, a disfrutar y a aprender, ¡aunque no me he acercado a un caballo en la vida!", reconocía Mario Bilbao, de Euskaltel.

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El primer ejercicio práctico -Los corceles-, ya a pie de pista, consistía en distinguir al líder de la manada entre tres ejemplares -Sultán, Triki y Bigmara- sueltos en una parcela acotada. De las respuestas de cada alumno se deducían las cualidades que cada uno valora en un líder. "Es el que marcaba la pauta e iba por delante", "Creo que era el que coceaba", "Me parece que era al que los otros imitaban", fueron algunas de las respuestas.

Pero, ¿qué hace que un líder sea bueno? Según Torelló, debe saber que, en realidad, el liderazgo te lo atribuye el resto del grupo, tener claro que no es exclusivo -puede haber más de uno, cargos oficiales aparte- y que es situacional -el líder no tiene que dirigir en todo momento-.

La siguiente propuesta, denominada La manada, consistía en entrar abrazados en círculo al recinto donde había dos caballos sueltos. Fomentaba la confianza y la dependencia. Los siguientes ejercicios se basaban en guiar a los animales con riendas por una serie de obstáculos -como si fueran compañeros de trabajo- y después sólo con las manos, sin tocar al caballo. El objetivo de ambas pruebas era saber "qué tipo de líder eres" en función de si acaricias al animal al empezar o al acabar y si le prestas atención durante el recorrido. También refleja el grado de firmeza.

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