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La gira de Clinton por América Latina evidencia la división del continente

Antonio Caño

La gira de Hillary Clinton por América Latina ha puesto en evidencia que, pese a todas las transformaciones ocurridas en el continente, pese a los cambios experimentados recientemente en Washington y en el conjunto de las relaciones internacionales, las viejas divisiones, las antiguas tensiones entre pro y antinorteamericanos se reproducen de una u otra forma.

En otros tiempos se polemizaba sobre el combate al comunismo o el apoyo a las dictaduras militares. En esta oportunidad es Honduras el pretexto del conflicto y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, el líder del bloque del rechazo. Pero lo cierto es que ese conflicto, que oscurece la cumbre de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Lima y aborta cualquier intento de progreso unitario, domina también una gira de la secretaria de Estado que debía servir para confirmar la normalización y la modernización de las difíciles relaciones entre el norte y el sur de América.

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Hillary Clinton pidió el lunes en la OEA la readmisión de Honduras en la organización de 32 naciones con sede en Washington y dirigida por el chileno José Miguel Insulza. Después del golpe que sacó del poder a Manuel Zelaya, un aliado de Chávez, la OEA decidió la suspensión de la participación de ese país. Las elecciones posteriores que dieron la presidencia a Porfirio Lobo, mayoritariamente aceptadas como legítimas, permiten ahora, a juicio de Estados Unidos y de sus aliados, su reincorporación.

Venezuela, secundado por Nicaragua, Bolivia y Ecuador, se oponen a esa medida por entender que el pecado original del golpe deslegitima todo el proceso posterior. La solución de la conferencia de la OEA ha sido evitar el tema en la agenda oficial, por considerarlo demasiado explosivo, y limitarlo a las conversaciones privadas.

Hillary Clinton, que visitará también Ecuador y Colombia, no ha querido sumarse a esa estrategia y ha exigido reformas urgentes en la OEA, cuya situación calificó de "insostenible", tanto política como financieramente. La OEA ha sufrido "una proliferación de prioridades y mandatos que han diluido sus esfuerzos, esquilmado su presupuesto y disminuido su capacidad", declaró Clinton en Lima. "Todos sabemos", añadió, "que la OEA no siempre ha defendido sus ideales fundacionales. Todos sabemos que hay que hacer un trabajo serio para revitalizar esta institución". Entre ese trabajo, sugirió la secretaria de Estado, debe estar la vigilancia de las condiciones democráticas de sus países miembros.

No va a ser fácil avanzar en la reunión de Lima. La canciller mexicana, Patricia Espinosa, ha advertido de que es poco probable la adopción de una resolución por consenso.

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