La P. J. Harvey mallorquina
Maika Makovski explota en su tercer álbum todo su potencial con la ayuda del afamado productor John Parish
¿Qué hacer cuando luces un potentísimo directo pero tus discos pasan inadvertidos? Probablemente, encontrar el productor adecuado. En esas estaba Maika Makovski (Mallorca, 1983) hace un par de años, cuando su representante de entonces deslizó el nombre del británico John Parish. Prestigio y solvencia, más un guiño: Parish es el mentor y compinche de la gran P. J. Harvey, con cuya obra se suele comparar el rock en inglés de esta balear, afincada en Barcelona, hija de un músico macedonio y de una andaluza. ¿La consecuencia? Maika Makovski, así, a secas, su tercer disco: una joya capaz de destruir cualquier sambenito.
"Yo siempre me había producido mis trabajos, y resulta difícil desprenderse de algo que te importa tanto. Me costaba mucho decirle amén a John, pero conforme avanzábamos me daba cuenta de que debía confiar en su instinto: lo tiene muy bien puesto", admite Makovski, todo sonrisas, en la penumbra de un café madrileño.
"El disco habla del puteo entre hombres y mujeres al final de la relación"
Trasladémonos mentalmente a las muy inglesas Bristol y Bath donde se grabó el álbum, el primero de Makovski en distribuirse en Reino Unido: "No se me iba de la cabeza un estribillo de The Kinks que habla de tomar el té: John ofrecía tazas todo el rato. Él se mete más bien en lo que respecta a la interpretación, no pretende cambiar canciones ni los arreglos. Nos mantuvimos bastante fieles a mis maquetas".
Esas muestras, salvoconducto para engatusar a Parish ("Él ni sabía de mi existencia"), encerraban un disco de ancho abanico que desmiente a Maika como clon de Harvey: proyecta ecos de Nick Cave, de Kate Bush o hasta de CocoRosie. John Parish lo dejaba claro en un blog francés: "Al dedicarse menos mujeres a la música, se tiende injustamente a compararlas. Mira que hay hombres alrededor del blues, y nadie les compara. Porque lo único que une a Maika y a P. J. es que ambas emplean tonalidades del blues".
Tercia Makovski: "A mí me encanta el más destripado, el del Delta, pero es un género que extiende sus tentáculos por todo el rock. Mi disco tiene además temática blues: habla de las fases de puteo entre hombre y mujer al final de una relación, y de las sacarinas del amor, lo que usamos en su nombre para no mirar a los problemas de frente". La música de Makovski ya se ha asomado a la BBC, y la atención de los medios va creciendo en España, con alguna portada de revista musical incluida. La mallorquina, que actúa el lunes 24 de mayo en Barcelona, prepara sus armas para el directo, aprende el contrabajo (lo tocan dos ingleses en el disco, el contrabajista de Portishead y el de Robert Plant) y presume de los siete años de estabilidad de su banda, pese a un reciente relevo en la otra guitarra. "Son geniales, no nos hemos peleado en la vida".
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