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Tribuna:La firma invitada | Laboratorio de ideas
Tribuna
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La innovación en América Latina

Que sea en España o en América Latina, el tema de la innovación se ha vuelto clave a la hora de (re)considerar la inserción internacional de todas estas economías. La cumbre Unión Europea-América Latina y Caribe, que se acaba de celebrar en Madrid, también lo resaltó. Esta obsesión es justificada, y la buena noticia es que se está haciendo un hueco cada vez mayor en la agenda de la región.

Todos los Estados latinoamericanos han lanzado programas para fomentar la innovación. Las multinacionales extranjeras están también empeñadas, junto con los operadores locales, en crear e impulsar centros de innovación y desarrollo asentados en la región. Dentro de las iniciativas más interesantes están quizá los programas impulsados por los Gobiernos. Desde Brasil hasta Chile, pasando por Colombia, Perú o México, se están multiplicando las iniciativas para crear un tejido denso de fondos privados de capital riesgo o capital semilla (la expresión anglosajona de venture capital recoge quizá mejor la idea de aventura, apuesta y audacia que este proceso conlleva).

La financiación es uno de los cuellos de botella para promover la innovación
Los bancos europeos podrían canalizar más recursos para 'capital semilla' en América Latina

El caso de Chile es llamativo: desde principios de este año, la agencia estatal Corporación de Fomento a la Producción (CORFO) impulsó la creación de más de media docena de fondos privados de capital riesgo. En Brasil, el Banco de Desarrollo Económico y Social (BNDES) desempeñó y desempeña un papel también importante a la hora de impulsar los fondos privados de capital semilla y la innovación empresarial. A nivel regional, el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN) del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), pionero del sector en la región, ha inyectado capital en aproximadamente 40 fondos. Otro organismo multilateral como la Corporación Andina de Fomento (CAF) se ha mostrado también particularmente activo en los últimos años.

Este impulso es bienvenido en una región donde la innovación se mueve todavía principalmente en la esfera pública (a diferencia de lo que ocurre en Corea del Sur, por ejemplo), como lo subraya el informe Innovalatino, que próximamente publicarán conjuntamente la escuela de negocios INSEAD y el Centro de Desarrollo de la OCDE con el apoyo de la Fundación Telefónica. Y probablemente este sea el punto de partida adecuado: al contrario de la idea frecuentemente difundida, la industria de capital riesgo en EE UU o en Israel no ha nacido de manera espontánea o de la mano invisible del mercado exclusivamente. Como lo subraya en su último libro Josh Lerner, un profesor y eminencia en estos temas de la escuela de negocios de la Universidad de Harvard (Boulevard of broken dreams: why public efforts to boost entrepreneurship and venture failed and what to do about it, Princeton University Press, 2009), el impulso público ha sido clave para crear el Silicon Valley en EE UU.

También en Israel, el papel del Gobierno fue clave para impulsar el programa Yozma Venture Capital a principios de los años noventa y transformar Israel en un vivero de innovación empresarial: hoy día Tel Aviv es, por delante de Boston y justo por detrás de San Francisco, una de las ciudades del mundo con más actividad de venture capital. Israel se ha convertido también en el país que más empresas tiene cotizadas en el Nasdaq después de EE UU. En 2010, la industria de capital semilla cuenta en Israel con más de 60 fondos privados que gestionan algo más de 10.000 millones de dólares. El ratio de venture capital sobre PIB de Israel es uno de los más elevados del mundo (casi el 0,5% del PIB).

Josh Lerner también nos alerta de los (numerosos) fracasos de las intervenciones públicas. Esto es algo que los impulsores en América Latina de estos programas para fomentar el capital semilla han tenido muy presente a la hora de diseñar nuevas iniciativas. Todos, desde Chile hasta Colombia, buscaron aprender de las experiencias exitosas (o no) de países punteros como EE UU, Singapur o Finlandia. Una de las claves ha sido precisamente fomentar desde el comienzo iniciativas privadas y aumentar el tejido de fondos privados de capital semilla.

Tampoco en este panorama se están quedando atrás las iniciativas impulsadas desde las empresas globales de capital riesgo, que tienen ahora los mercados emergentes más que nunca en su punto de mira. Así, en marzo del 2010, el fondo Warburg Pincus anunció su intención de regresar a Brasil. La noticia más impactante vino del fondo Advent International, que obtuvo en abril de 2010 más de 1.650 millones de dólares para el mayor fondo dedicado a adquisiciones en América Latina.

La financiación de la innovación -y más allá, el complejo proceso de llevar productos hasta el mercado- es uno de los cuellos de botella indudablemente para promover un ecosistema favorable a la innovación. No es obviamente el único: los marcos institucionales o educativos, las trabas burocráticas y la inseguridad jurídica son muchos otros más en los cuales las palancas gubernamentales también pueden accionarse para facilitar y liberar el potencial innovador.

Europa puede jugar un papel de cara al continente en este ámbito. Muchas empresas europeas tienen inversiones en la región y son vectores de innovación. Igualmente, hay programas de cooperación entre ambos continentes. Sin embargo, salvo algunas excepciones, como España precisamente, se está viviendo un cierto repliegue de la ayuda bilateral hacia América Latina. En particular, los bancos o fondos bilaterales de desarrollo de los países europeos podrían ayudar a canalizar más recursos para incentivar más venture capital o private equity en la región. Esto es algo que, en el pasado, agencias como la británica CDC Group o los noruegos de Norfund han hecho activando gestores como Actis o Aureos, que operan algunos fondos en la región.

Sin embargo, existe cada vez más presión para dejar de desplegarse en América Latina y volcarse exclusivamente hacia África. Este continente se merece sin duda toda nuestra atención, pero también la merece América Latina. Ojalá esta cumbre, y las que le sigan, sean ocasiones para recordar que América Latina se merece también toda nuestra atención.

Javier Santiso es profesor de Economía en ESADE Business School.

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