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Reportaje:

'Postales' de Corea del Norte

Casa Asia muestra la primera gran exhibición en España del cartelismo propagandístico del país comunista

Desde antes de que Andy Warhol hiciera de Mao Tse-tung un icono pop, el cartelismo comunista se había convertido ya en todo un referente de la cultura gráfica popular. Propaganda pura y dura, sí. De un realismo académico y un punto kitch, también. Pero precisamente por esto, por esa mezcla de épica política e ingenuidad pintoresca, los carteles comunistas acaban resultando muy decorativos. Para comprobarlo basta acercarse estos días a Casa Asia en Barcelona. Allí se exhiben 165 carteles de propaganda de la República Democrática de Corea realizados entre 1954 y 2004 procedentes de los fondos del coleccionista chino Ou Nang, que ha aceptado exhibirlos por primera vez. Además, hay también 28 pinturas preparatorias de los carteles, cedidas por el Comité de Relaciones Culturales con el Extranjero de Corea del Norte, que ha incluido, asimismo, una amplia selección de documentales y películas de ficción. No tienen desperdicio.

Buena parte de los 165 pósters son recientes, prueba de su uso actual

"Es una exposición de archivo, similar a la que hicimos con el cartelismo de Vietnam, y que no tiene otra intención que informar sobre la gráfica que durante más de 50 años es predominante en el país", comenta Menene Gras, comisaria de esta exposición que no ha despertado aquí la controversia política que otra similar ha levantado en Viena. Allí, algunos diarios y partidos de la derecha han acusado a los organizadores, el Museo de Artes Aplicadas (MAK), de hacer propaganda de esta república comunista enfrentada a casi todo el mundo por su amenazador programa de armas nucleares. "La polémica austriaca es sorprendente, aquí naturalmente no ha pasado nada", comenta Gras. "La exposición no reivindica nada, es una mera exposición del grafismo de un país con la intención de enseñar al público elementos de información que le permitan conocer algo de lo que pasa en aquel país tan cerrado. Se trata de abrir ventanas, mostrar y enseñar lo que hay porque es una zona de la que nos llega muy poca información desde dentro".

En ese sentido, más allá de los coloristas y edulcorados carteles reivindicando las bondades de la patria y el trabajo o la vigilancia contra el enemigo exterior, lo que resulta muy interesante de la exposición son los audiovisuales. Se trata de documentales, en su mayoría también propagandísticos, que permiten ver cómo es el paisaje actual de Pyongyang, la capital, y también cuáles son los rituales de los que se sirve el régimen para ensalzarse a sí mismo.

Así, es casi hipnótico el dedicado al festival Arirang, la gimnástica y teatral celebración monumental del cumpleaños del Kim Il-Sung, el dictador que fundó la república comunista que ahora ha heredado su hijo, que se celebra cada año en el estadio de la capital. Miles y miles de personas bailando, moviéndose, componiendo desde las gradas figuras y dibujos que poco tienen que envidiar a los de los carteles... Un avance de todo ello pudo verse el pasado año en la exposición Talent Latent, en Arts Santa Mònica, de la mano del fotógrafo Tomas Houtryve, del que se destacaba precisamente el que había podido mostrar imágenes de un país y unos actos de los que se tiene muy poca información en todo Occidente.

La exposición en Casa Asia, abierta hasta finales de agosto, permite ahora por primera vez en España conocer de primera mano algo de lo que pasa en aquel país más allá de las noticias e informaciones sobre los delirios belicistas de sus gobernantes. "Es impresionante porque ha habido muy pocos cambios en el cartelismo durante estos años y sigue siendo aún hoy el medio de comunicación más común en las calles de Pyongyang", comenta Gras. Ello explica, por un lado, que buena parte de los carteles lleven fechas de realización recientes. Por otro, que para buscar su máxima efectividad comunicativa respetan en parte la pintura coreana tradicional (chosonhwa), que, junto con una mayor presencia de la caligrafía y de la tinta, la distinguen mínimamente del diseño más o menos común a la estética del realismo socialista que marcó, a su vez, los carteles de países como Rusia, China y Vietnam.

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La espectacular exhibición se completará en las próximas semanas con un ciclo de cine y reportajes audiovisuales así como con un catálogo que documentará los carteles y pondrá en contexto la evolución del grafismo en el país asiático.

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