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Columna
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El día que cambió la historia

No es fácil explicar la felicidad que sentí el pasado domingo en el momento en que el árbitro, Miguel Ángel Pérez Lasa, pitó el final del partido, en el momento en que la Liga que tanto habíamos deseado volvía a ser nuestra. Ha sido un año muy duro y, después de muchísimos partidos a nuestras espaldas, de muchos kilómetros acumulados, de superar muchas dificultades, el Barça, en un último esfuerzo, dio la cara otra vez para conseguir la victoria que nos adjudicó el campeonato.

En una Liga peleada como pocas, ante un rival de enorme poder, ante un digno subcampeón, conseguimos nuestro objetivo. Seguramente por lo difícil que fue lograrlo, la victoria fue aún más especial. Era el cuarto título del año, pero, sobre todo, significó un paso más en nuestra voluntad de seguir haciendo historia.

Ante el Inter, el aficionado culé dejó de ser pesimista y creyó en nosotros

Los equipos, aunque pueda ser injusto, sólo dejan huella por los títulos que ganan. No hay más gloria que la que honra al vencedor. Y esta Liga es un motivo enorme para ser recordados, para hacer eterno a este equipo del Barça.

En la temporada, no todo fueron alegrías, es cierto. El único lunar del año fue la eliminación en la Champions contra el Inter. Pero, aunque no parezca coherente, pienso que aquel 28 de abril, contra el equipo italiano, en el Camp Nou, cambió la historia del club. Y no lo digo por el resultado. Ese día, el aficionado culé dejó de ser pesimista y creyó en nosotros, en su equipo. Al final, no conseguimos el objetivo y el sábado no estaremos en el Bernabéu, así que no tendremos la ocasión de defender el título que ganamos en Roma hace un año. Pero la gente, nuestra afición, no se fue decepcionada a casa ni triste. Se marcharon orgullosos de su equipo, de cómo había jugado, de cómo lo intentó hasta el final. Pero lo más curioso de esa noche fue ver que eran otros los que celebraban nuestra derrota.

La historia había cambiado.

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