_
_
_
_
20ª Liga azulgrana
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Una risa contenida

Enrique Vila-Matas

Moderado como de costumbre, pero no olvidando ciertos contratiempos que desde el exterior le han ido creando esta temporada a su equipo, Xavi Hernández declaraba hace diez días: "Posiblemente, las campañas mediáticas desde Madrid han influido en los árbitros". Y algo más adelante: "Se ha hablado de todo menos del buen juego del Barça". Con estas palabras, sabiendo que vivimos en un mundo de la información en el que se olvida muy pronto todo, Xavi quería recordar que, a partir de la eliminación del Madrid por el Lyon y de una bronca en el partido jugado por el Barça en el campo del Spórting de Gijón, los árbitros no quisieron arriesgarse ni lo más mínimo a ser acusados de pertenecer a la ilusoria y patrañera trama del villarato y de favorecer los intereses del equipo barcelonés, y eso trajo una sucesión de golpes y otros detalles sucios que fueron minando, de forma oscura y sin dejar huellas, la trayectoria de este gran equipo que ha vuelto a ser el Barcelona esta temporada. ¿O los números de la Liga no son irrebatibles: 99 puntos y sólo un partido perdido, sin ni siquiera haber perdido -ahí estuvo la clave- con el terrible Espanyol?

Tras el título emergió una protesta soterrada contra algunos que le han negado el pan al mejor equipo
Más información
Laporta dejará hecha la plantilla

"Pero las cosas no son como las dicen determinados medios de comunicación. El problema es que se tienen que buscar trifulcas porque la cosa no va bien", concluía Xavi. Esas trifulcas, por cierto, fueron la crónica de un conflicto anunciado, pues es raro en los medios deportivos encontrar a alguien que no sepa que, desde antes de que comenzara la temporada, estaba ya previsto que, si algo se torcía para el Real Madrid, se volvería a cierta cantinela y se recurriría al villarato y a otras artimañas. Todo esto no quita, por supuesto, que el gran rival de este Barça campeón, un rival que ha contado con el trabajo no bien valorado de un más que competente entrenador, ha hecho (con el borrón grave de Lyon y sus contratiempos con el Barça) una buena campaña y, como comentara tan oportunamente Guardiola hace tres semanas, ha merecido ganar la Liga tanto como el Barça, aunque en esto también es cierto que el fútbol es cruel y tajante: al final de la temporada, sólo hay un lugar en la cumbre, y ese sitio sólo puede ocuparlo el vencedor. Por eso, Guardiola también recordó a tiempo que no habría nada que celebrar si el Barça no ganaba al Valladolid.

Se ganó al Valladolid y de la lectura de lo que algunos jugadores dijeron en la fiesta que siguió en el césped se pudieron sacar en limpio dos cosas. Por un lado, emergió una angustiada protesta soterrada por el comportamiento de ciertos medios que le han estado negando sistemáticamente el pan y la sal a un equipo que sigue siendo la admiración del mundo. Una vez más, España es diferente. Y todos sabemos que lo es por la persistencia de una mezquindad y ruindad ancestrales, las mismas que han arruinado casi siempre posibles horizontes de grandeza. Por el otro, fue innegable la simpatía y agradecimiento que los jugadores sienten por el presidente Laporta y que venía a confirmar unas palabras de hace diez días, también de Xavi Hernández: "Lo que queremos es un nuevo presidente que nos cuide como lo ha hecho Laporta, para nosotros ha sido un presidente ejemplar".

Para quienes Laporta no es un santo de su devoción, ha de ser difícil admitir este hecho, pero las cosas son como son y, si hacemos un esfuerzo y nos situamos en el pellejo de los jugadores, veremos que no es tan complicado comprender que éstos hayan podido sentirse, en un momento dado, cómplices y camaradas de un estilo llano y desbocado, muy próximo a ellos y no a Baqueira Beret y muy próximo a la vez de las ideas de Cruyff, el dueño del gran secreto de la revolución del Barça en las últimas dos décadas.

Para este Barça ganador de la Liga se abre ahora una incógnita en forma de elecciones presidenciales que podrían, según quien gane, torcer lo que hasta ahora ha ido bien. No hay incógnita alguna, en cambio, respecto al otro tema que, tras el partido con el Valladolid, emergió tan soterrado a pie de campo: la cuestión de los inventos del canguelo (primera temporada triunfal del Barça) o del villarato (segunda temporada). En este terreno, ya lo dijo Guardiola en la rueda de prensa, conteniendo la risa: las cosas van a continuar igual la próxima temporada. Y si viene Mourinho, ya sabemos incluso cuál será el argumento de la película. Algunos creemos saber también el final.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_