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AL CIERRE
Columna
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El país entero

La vida entera (Lumen), de David Grossman, constituye un excepcional do de pecho. El escritor se convierte en un tenor que imposta -sin fisuras, durante 800 páginas capaces de tenerte en vilo- la voz de una soprano. Ella se llama Ora. Tiene unos 50 años; se acaba de separar de su marido, se ha divorciado de su primogénito y trata de reconstruir su relación con su hijo menor, pero este se va a la guerra. Estamos en Israel. Irse a la guerra es una forma de hablar: todo es guerra en Israel. La novela no está narrada en primera persona, pero Grossman coloniza la conciencia de Ora, nos convence de que conoce su vida hasta en su último detalle. A veces también empatiza con Abram, víctima de la tortura extrema, el cuarto hombre de la vida de Ora. O tal vez el primero. Los dos caminan, durante la mayor parte de la ficción, por el norte del país. Hablan de Ofer, que está en el frente. Sólo hablar de él, narrar su vida entera, lo mantendrá a salvo. No he leído una novela más brillante ni más compleja sobre la maternidad. Tampoco he leído una novela más brillante ni más compleja sobre la adolescencia que El libro de la gramática interna (Tusquets), ni una novela más brillante ni más compleja sobre el exterminio nazi que Véase: amor (Tusquets). David Grossman es uno de los 10 mejores novelistas de este cambio de siglo. Después de La vida entera, el lector deseará seguir leyendo sobre ese país en guerra: El hombre perro (Libros del Asteroide), de Yoram Kaniuk, una novela fascinante sobre Israel como un enorme manicomio, puede ser la mejor solución de continuidad. Encadenar esa lectura con Notas al pie de Gaza (Mondadori), de Joe Sacco, un reportaje gráfico sobre el conflicto desde el punto de vista palestino, posiblemente sea la mejor opción de discontinuidad. La ficción de Kaniuk amplifica las escenas de Grossman que ocurren en el hospital y en la cárcel. La no ficción de Sacco contrapesa la voz de Ora, madre de soldados israelíes, víctima de la psicosis a los atentados terroristas. Dos volúmenes en una mano y el tercero en la otra: así logrará cierto equilibrio. No los excluya, intégrelos: léalos, biblias sin fe de un país entero.

David Grossman es uno de los 10 mejores novelistas
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