Sacrificio
En medio del profundo debate sobre si es Pepe o José Antonio, en torno a si se adelanta no el calendario para la elección de candidatos a las municipales, conviene ir fijando una estrategia de respuesta al recorte adicional del gasto público anunciado por Zapatero. Y se han delimitar bien las cosas no vaya a ser que se incremente la confusión con respecto al alcance de las mismas.
Porque, si hasta el mismo alcalde de Sevilla, el socialista Alfredo Sánchez Monteseirín, no tiene claro aún cómo se va a acometer la reducción del sueldo de un 5% a los funcionarios, dando a entender con sus declaraciones que se aplicarán de forma lineal a todos por igual, resulta lógico pensar que los propios ciudadanos se muestren confundidos y hasta temerosos sobre la envergadura de aquellas medidas que tienen que ver con las pensiones o con la Ley de la Dependencia. Y en el PSOE han de actuar con rapidez ante este difícil reto dado que el PP se va a erigir, lo que hace el destino, en el principal defensor de los más débiles, poniéndose al frente de las protestas. Pretenderá apropiarse de unas banderas que hasta ahora les eran esquivas.
Así que si las sesudas disquisiciones antes mencionadas les dejan algo de tiempo, deben volcarse en una intensa labor de pedagogía y de defensa de unas decisiones gubernamentales realmente impopulares pero que reclaman para su sostenimiento y desarrollo un gran derroche de responsabilidad y sacrificio, tal y como en otras ocasiones han demostrado los propios socialistas.
Y, en este sentido, hay que tomar nota de la propuesta lanzada por el presidente de la Famp y alcalde de Dos Hermanas, Francisco Toscano (PSOE). Aboga por fijar topes máximos en el sueldo de los alcaldes y, quizá lo más importante, regular las retribuciones de los funcionarios de ayuntamientos y diputaciones. Y es que la realidad nos indica que existen grandes desajustes en relación a lo que gana el personal de uno y otro ayuntamiento y no digamos nada en lo que se refiere, en particular, a los colectivos de policías locales o bomberos. Sin olvidar, por supuesto, a los propios alcaldes y demás cargos de confianza, desperdigados en esa red de empresas municipales. Algo hay que hacer y cuanto antes mejor. Sería extraordinario que los mismos ediles hicieran gala de su autonomía, de la que tan celosos se muestran, con el fin de consensuar, más pronto que tarde, una solución. Ése sí que sería un debate realmente productivo para la sociedad andaluza.
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