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"Los clientes se han asustado"

Las prostitutas subsaharianas que trabajan en Bilbao cuentan cómo les afecta el anuncio de la nueva ordenanza municipal - "Ya no paran tantos"

Dice que su nombre es Silvia y que tiene 23 años, aunque no hay manera de comprobar si es cierto. No habla castellano. Nació en Ghana, el primer país africano que consiguió la independencia tras la Segunda Guerra Mundial, recuerda orgullosa. Indocumentada, ejerce la prostitución en las cercanías del parque bilbaíno de Miribilla ya que, asegura, no tiene otra manera de ganarse la vida. Su familia espera puntualmente el dinero que les envía para por salir adelante. "Ahora no puedo hablar, vete que me espantas a los clientes. Mañana, si quieres, puedes llamarme y te cuento mi historia", afirmaba. Al día siguiente, su número de móvil tenía las llamadas restringidas.

El silencio rodea las vidas de una veintena de jóvenes subsaharianas, nigerianas en su mayoría, que venden su cuerpo en los alrededores del parque de Miribilla y en algunos rincones del barrio de Bilbao La Vieja. Su presencia se encuentra en el origen de la nueva ordenanza que el Ayuntamiento de Bilbao aprobará en septiembre próximo y que sanciona con multas la negociación de servicios sexuales retribuidos y su práctica en la vía pública. "Llevamos cinco años intentando acercarnos a ellas, hemos intentado lo inimaginable y seguimos sabiendo muy poquito", explica Ana Prieto, miembro de la Asociación Askabide, que trabaja desde 1985 con colectivos que ejercen la prostitución.

"Tras cinco años sabemos muy poco de ellas", reconoce la ONG Askabide

Acostumbradas a ofrecerse sin hacer preguntas, estas muejeres desconfían de quien intenta acercarse a ellas con otro motivo. En la calle de Olano, un grupo de cuatro jóvenes intenta convencer a los conductores que pasan para que hagan una parada rápida. Las relaciones sexuales suelen consumarse en la misma calle, tras un coche, encima de un capó o en algún improvisado rincón oscuro.

"Los clientes se han asustado con la historia de las multas. Ya no paran tantos" explica Lisa, que dice tener 21 años. Junto a ella, otras chicas también proporcionan nombres anglosajones. La edad de algunas parece inferior a lo que afirman. Askabide comparte la misma intuición: "Algunas parecen menores, pero no tenemos manera de comprobarlo".

"El Gobierno tiene que hacer algo por nosotras si quieren que dejemos la calle", repite Sarah, quien afirma proceder de Abidjan, la capital de Costa de Marfil.

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"Venir aquí para ellas supone un dineral", explica la miembro de Askabide, acostumbrada a trabajar con el colectivo. "Si para una brasileña la inversión es de 2.000 euros, ellas tienen deudas por el viaje que oscilan entre 20.000 y 45.000 euros. Aunque algunas llegan en avión, el camino suele ser más truculento. Hacen parte a pie, en camión. A veces esperan años en Marruecos a tener una oportunidad de llegar a Europa. Y quién sabe los traumas que arrastran tras estas experiencias", recuerda Prieto.

Las chicas no dudan en cambiar de vez en cuando de comunidad autónoma. Algunas que mantuvieron cierto contacto con Askabide vuelven años después, con su situación legal ya regularizada y sus deudas completamente saldadas.

¿Controlan el negocio los proxenetas? No existen pruebas rotundas, apuntan fuentes municipales. En todo caso, si existiese algún tipo de red detrás de este tipo de prostitución, no es tan compleja como las de las mafias del Este. "Suele ser dificil saber si las personas que rodean a las chicas son sus novios o parte de una banda organizada. Sin denuncias de ellas es difícil ir más lejos", añaden las citadas fuentes.

Los miembros de Askabide también tienen dudas sobre la presión que ejerce el entorno sobre estas jóvenes. Prieto explica que las redes de trata de mujeres echan mano en ocasiones del vudú y a la magia negra para coaccionarlas.

En septiembre pasado, un matrimonio nigeriano fue detenido en Bilbao, acusado de amenazar a algunas prostitutas con supuestas prácticas de magia negra para controlarlas. La Delegación del Gobierno estimó entonces que los arrestados podían haber obtenido unos 250.000 euros tras varios años cobrando la deuda contraída a las mujeres para llegar a España.

En 2003, fue descubierta otra trama, vinculada a un club de carretera bilbaíno, que actuaba de forma similar.

Orden inadecuada

La asociación Askabide considera que la nueva ordenanza municipal que pretende prohibir la prostitución en las calles de Bilbao a partir de septiembre próximo resulta inadecuada. Argumenta que ya existen ordenanzas que sancionan conductas incívicas (hacer ruido o ensuciar, por ejemplo) que podrían aplicarse en este caso. Las multas, añade esta ONG, no parecen la mejor opción para sacar a estas mujeres de su marginalidad. El consistorio quiere poner el foco en sus clientes.

Las tres asociaciones vecinales que se alzaron contra la prostitución callejera consideran que la medida es positiva, aunque piden más concreción en el texto final para que no se dificulte la aplicación de la medida. "Creemos que esto se puede solventar antes de la aprobación del texto final", explica Carlos Gómez, portavoz de Miribilla Hirigunea, quien añade: "Consideramos que estas chicas también son víctimas que necesitan ayuda, pero tenemos que velar por la calidad de vida del vecindario". Las asociaciones San Francisco 48003 y Labetxo también están implicadas en el proceso.

Emakunde también se ha mostrado contraria a la ordenanza, que fija multas de hasta 1.500 euros.

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