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"Por esto soy del Atleti"

Los jugadores colchoneros ofrecieron el título a su afición bajo la lluvia

Quique Sánchez Flores, el entrenador del Atlético, se preguntaba el miércoles bajo la lluvia de Hamburgo si el agua les acompañaría ayer en su visita a Neptuno. Si la lluvia iba a deslucir una tarde a la que le tenían muchas ganas. Cuando se trata del equipo rojiblanco todo puede pasar, incluso que llueva en su día más grande en 14 años. Pero, aunque chispeaba cuando los jugadores se subieron en el Calderón en el autobús descapotable, acabó luciendo el sol cuando Antonio López, levantó los 13 kilos de trofeo en el balcón de la Casa de Correos.

El capitán llevó la voz cantante en una celebración que llegó a reunir a 45.000 personas viendo como Neptuno lucía, de nuevo, su bufanda del Atlético. "Por esto soy del Atleti" se podía leer en las camisetas de los jugadores. Horas antes, miles de aficionados les habían esperado el en patio del Palacio de Cibeles, en un aperitivo de lo que les esperaba Era la primera vez que se veía un micrófono en toda la tarde y hubo quien como el Kun se acordó de los ausentes como Asenjo, quien como Antonio López exhibió sus dotes de showman, o quien como Reyes pidió con sorna la Bota de Oro para Perea, muy activo.

Mientras, Forlán intentaba eludir con gesto tímido hacerse con el micrófono. Tarea difícil tras sus dos goles decisivos del día anterior. Todo el mundo quería oírle y su falta de desparpajo como orador fue objeto de bromas durante todo el recorrido. "Que enseñe los abdominales", pedía Simão divertido en el balcón de Sol.

Al final le tocó al uruguayo y salió del paso con un socorrido "campeones", y poco más se le oyó por megafonía durante la tarde. Quique Sánchez Flores tampoco abandonó su tono medido en toda la celebración y en sólo en un par de ocasiones se escuchó su voz maltrecha por el cansancio agradecerle a la afición su apoyo incondicional. "Este tipo de cosas todavía no se asimilan", confesó.

"Todo Madrid es hoy rojiblanco", aseguró Ruiz Gallardón en la puerta del Ayuntamiento. A pocos metros, le contradecía la Cibeles, rodeada de bufandas rojiblancas, mirando al suelo. Ayer no era su día.

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