Tierra de sufrimientos

Manuel Santana se presenta trajeado. Andy Roddick, el número ocho, le niega un abrazo. No le quiere cerca. No le quiere a su lado. No quiere infectarle. Roddick se marcha con un virus estomacal, de vomitona en vomitona, convertido en el único tenista que se retira de Madrid sin ser devorado por la tierra. Antes, otros siete jugadores dejaron el torneo con el cuerpo agotado por las exigencias de la arcilla, amable con las articulaciones pero terrible para los pulmones, tan largos son los peloteos, tantas las facturas a los músculos de las piernas: adiós dijeron Berdych, Tsonga, Nalbandian, Andreev, Mayer, Petzschner y Cuevas. En los dos masters anteriores sólo hubo dos retiradas. Madrid ya ha alcanzado ocho. La tierra obliga al sufrimiento y también descubre nuevos talentos.

"¡Qué manos! ¡Qué velocidad de pelota! ¡Qué facilidad! Me dejó con la boca abierta". Ion Tiriac no se sorprende con cualquier cosa. El dueño del torneo ha entrenado a Guillermo Vilas, ha dirigido la carrera de Boris Becker y fue escudero de Ilie Nastase. Tiriac, sin embargo, no sale de su asombro ante lo que ha visto: a Alexsandr Dolgopolov, ucranio de 21 años, apretando a Rafael Nadal hasta un peleado 6-4 y 6-3. A Dolgopolov dispuesto a protagonizar una sorpresa que al final del día tendrá otros nombres. Nico Almagro, el número 35, ganó a Robin Soderling, el siete, por 6-4 y 7-5. Nadia Petrova, por su parte, acabó con Serena Williams (4-6, 6-2 y 6-3).

Dolgopolov midió cómo afecta la altura a Nadal, cómo le pesan la humedad y las bajas temperaturas y cuál es su grado de autocrítica antes de jugar hoy (16.00, Teledeporte) los octavos contra el gigante (2,06m) John Isner. "Ha sido un debut difícil: el rival no era agradable por su esquema de juego. Si medimos el tema de la altura y el hecho de ser el primer partido, ha sido un partido flojo. He estado pasivo, no de actitud, pero sí de golpes. Él ha hecho un buen partido, pero yo también le he ayudado. Es un jugador distinto. No es comparable a nadie".