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Final de la Liga Europa
Columna
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Un partido de esos o un partido de los otros

José María Izquierdo

La verdad es que uno advierte la tremenda dificultad de practicar el fútbol cuando el Atleti tiene un partido de esos. Observar a 11 profesionales, que viven con largueza de la profesión de futbolista, demostrar en el campo su imposibilidad para ligar una jugada -una sola, por caridad- únicamente puede deberse a la extrema complejidad que caracteriza a este juego. Sólo así, porque este deporte exija una posición dificilísima de componer el pie derecho para golpear la pelota, puede entenderse que Perea, entrenándose día a día durante muchos, muchos años, sea incapaz de acertar con el pie de Assunção, a menos de dos metros, y que este, en el rarísimo caso de que no la pierda, tenga la misma dificultad -¿cómo había que poner este pie?- para cedérsela a Raúl García, a dos metros y medio, que duda de si este pie o el otro pie...

Sin que nadie sepa por qué, Perea asombra con una rapidez endiablada en el corte
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No desprecien tampoco, en un equipo con el talento que tiene donde más difícil es lograrlo, en la delantera, sus problemas con los defensas derechos. Es absolutamente asombroso, una rareza en el mundo del fútbol que no encuentra parangón en ninguna categoría de ninguna Liga del mundo. Cualquier equipo de Tercera Regional con campo de tierra cuenta con un par de defensas derechos dispuestos a todo. Usted mira la Liga uzbeka, la de Guinea Ecuatorial, la de las Islas Comores, y todos, absolutamente todos, han encontrado hace años a defensas derechos. El Atleti no tiene, no encuentra un defensa derecho desde hace muchísimos años -aquel prodigio de Tomás Reñones, válganos el Señor, que fue hasta internacional- en ningún mercado del mundo. Ni en la cantera, ni en la Segunda División ni de allá de donde sea que haya llegado Ibrahima. Nada, imposible, el Atleti no consigue tener un defensa derecho. ¡Por favor, que estamos hablando de un 2! Usted se mete en un tomatal, saca dos kilos de tomates y ahí mismo, entre medias, hay un defensa derecho apañadito. Se lo digo yo, que siempre he jugado de defensa derecho.

Más llamativa es la imposibilidad de la defensa del Atleti, sea cual sea su composición, para saltar. Saltar, sí; levantar los pies del suelo, vamos. Navas, por ejemplo, saca un córner y Negredo y Kanouté saltan para el remate. Allí arriba, ambos charlan de sus cosas, qué tal ayer, a ver si nos vemos más con la familia, mientras abajo, pies clavados, que digo clavados, atornillados, soldados, pegados, cosidos, adheridos a la tierra firme, los defensores atléticos miran asombrados cómo los seres humanos pueden saltar, suspenderse en el aire, estirarse, tal lo están haciendo sus rivales. Porque ellos han decidido que no, que nunca, jamás, bajo ningún concepto, de ninguna de las maneras, así les maten, van a saltar a por un balón.

¿Quiere esto decir que el Fulham va a salir a pasearse en Hamburgo, que el Atleti va a ser masacrado por el malvado inglés en un recordatorio cruel del desastre de Trafalgar? Nada de eso. Puede pasar, y en ocasiones ocurre, que el Atleti tiene un partido de los otros. Sin que nadie sepa por qué, Perea asombra al estadio con una rapidez endiablada en el corte, Ujfalusi hasta corre la banda, Assunção se machaca la maratón de reglamento, como siempre, pero esa noche con criterio, y no despavorido, de un lado para otro, como si se hubiera declarado un incendio en las cercanías. Raúl García sigue prometiendo lo que prometía y, claro, Reyes, Simão, Forlán y Agüero, a lo suyo: a apabullar a las defensas contrarias.

Así que, si esa noche tenemos un partido de los otros y no un partido de esos, hasta podemos ser campeones de Europa. Bueno, de esta Europa. Toda una heroicidad -y no me hagan hablar- si miramos de qué despachos venimos.

Tiembla, Fulham; tiembla, Sevilla: en las finales somos los otros.

¡Será por chulería...!

Perea se anticipa a N'Gog en la semifinal con el Liverpool.
Perea se anticipa a N'Gog en la semifinal con el Liverpool.LUIS SEVILLANO

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