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Columna
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Carta, sin sello, a Joseba Egibar

Lo siento Joseba Egibar. No suelo acordarme de tí, porque tengo muchas cosas que hacer y la capacidad de sorpresa politica la he agotado incluso con Silvio Berlusconi, así que imagínate como está la vaina. Pero esta semana, sí, esta semana, me acordé de ti en una conjunción astral que para sí la quisiera Leire Pajín, en otro discurso memorable, solo igualado por Esperanza Aguirre con su Sara Mago, ya tradicional. Joseba, me acordé de vos, escuchando a Medina Azahara. Lo siento, pero que le va uno a hacer, los sentimientos te llevan a la deriva y lo mejor es dejarlos atracar en cualquier puerto, donde quieran. Yo se que hay guías para no sucumbir, para controlar los sentimientos, incluso la racionalidad, en aras a unos cuantos votos, incluso menos: a unos cuantos titulares de prensa. Yo sé que eso se valora en los partidos. Y ese es el juego (yo le llamo vaina, ya me perdonarás), porque el día a día es lo importante. Lo otro nunca dura más de cuatro años. Y sé que hay agujas clavadas en el rincón y que hay heredades, ambiciones de ser más duro que nadie, ese punto John Wayne de la política. Ahora que el PNV está en una tarea un tanto indefinida de mirada al futuro alguien tiene que mirar bajo la tierra a la raíces y sacarlas a ser posible.

Lo siento Joseba Egibar, pero el pasado ha pasado. Tu propuesta de que las empresas vascas no vendan a España porque es un lastre me ha parecido la incitación más divertida al suicidio jamás escuchada, que siempre es algo muy aparente y que pasa a la historia, de eso no hay duda: "Yo fui el que me cargué la vaina", podía ser un memorable espectáculo de Les Luthiers (ellos lo harían con muchísima más gracia y sin ningún daño). Lo suyo, a diferencia de Les Luthiers, tiene algo de patético.

Y me dirá usted, con razón, y esto que tiene que ver con Medina Azahara. Y me dirá Medina Azahara ¿y por qué coño nos metes tú en esta vaina? Calma. Quien haya escuchado el himno a Córdoba del ilustre grupo andaluz reconocerá un verso definitorio de la ciudad de los califas: "Córdoba /cristiana blanca/ y reina mora". Los señores de Medina Azahara son felices con el mestizaje, más allá de cristianismo e islamismo. La figura es perfecta. Córdoba es así. Y medio mundo es así. Usted se ha ido al otro medio. Bien, vale, ha ganado un titular de prensa, y quizás el reconocimiento de la parte más recalcitrante de su partido. Usted es un campeón. Un mister Proper. Vale, ¿y qué? A usted le ha ganado Medina Azahara y los tratados de economía y los estudios de viabilidad vasca y el sentido común de la mayoría. Usted no se ha pasado. Es algo peor, usted no ha llegado al futuro y se ha quedado en el regreso al pasado. En su próximo titular periodístico, seguiré escuchando "Córdoba", de Medina Azahara, aunque usted no quiera vender ni un alfiler a la ciudad cristiana blanca y reina mora. Yo sí. Gracias, Medina.

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