Entre el mar y su tierra
El viceconsejero de Pesca ejemplifica el relevo que se ha dado en Lakua
"¡Tanto tiempo dedicado a reivindicar los derechos de los trabajadores y resulta que acabas sin convenio!" El repetido reproche que acostumbra a lanzarle su hijo está justificado. Por no tener, carece hasta de un horario concreto. Ejerce de sol a sol en verano y durante buena parte de la noche a lo largo de las jornadas más cortas del invierno. Y lo de pedir vacaciones se le ha complicado. Pero no es una víctima más de la crisis. Sus precarias condiciones laborales, compensadas en euros, las sospechaba y acató de buen grado hace ya casi un año, cuando aceptó el puesto de viceconsejero de Pesca. Hoy encarna el icono náutico del Gobierno. Para mal y para bien, su vida ha cambiado por completo.
"Se puede ser vasco sin necesidad de salir todos los días a refrendarlo"
"Una declaración en prensa te puede llevar a comparecer ante el Parlamento"
"En Lakua sólo hay que estar lo suficiente. También hay que salir fuera"
"No dormía tantas noches seguidas con mi mujer desde hacía tiempo"
El despacho que Jon Azkue tiene en Lakua es fiel reflejo de su devoción. Una maqueta y dos dibujos de barcos protagonizan la decoración personalizada junto a una colorida ilustración de su Getaria natal. El océano siempre presente, aunque sea en el corazón del único territorio vasco sin litoral. Lo necesita casi tanto como echa de menos su pueblo, al que por motivos de seguridad y tranquilidad acude ahora menos de lo que le gustaría. Lo suyo es un fervor bipolar entre el mar y su tierra. Una vocación a la que recurrió el PSE como perfil idóneo para capitanear la nave pesquera del Ejecutivo. Para completar la decidida tripulación que se ha embarcado en la aventura de relevar al nacionalismo en Euskadi.
Fue un Primero de Mayo cuando la consejera de Medio Ambiente, Pilar Unzalu, se puso en contacto por primera vez con Azkue para confirmarle que contaba con él en su equipo. Pasadas las once y cuarto de la mañana. "Encantado, me alegro mucho, pero es que voy a tomar parte en una manifestación y te tengo que dejar. Ya hablamos luego", se vio obligado a responder el actual viceconsejero. Fue su última entrega a la causa sindical, tras casi tres décadas. La petición de incorporación al nuevo Gabinete socialista se había gestado unas semanas antes. La oferta le llegó por sorpresa, pese a que había ido en las listas al Parlamento por Vizcaya, y no tardó en aceptarla. Bastaron unos días de reflexión junto a sus familiares.
"Siempre hemos opinado que una actitud titubeante ante el terrorismo no es viable y pensé que la etapa de este Gobierno iba a ser clave en esa dirección", argumenta. Fiel a sus principios, encaró el reto y se presentó en la sede del Ejecutivo el 13 de mayo. Aún recuerda su inseguridad ante el escenario que iba a encontrar, pero se topó con una colaboración "auténticamente profesional" por parte de los funcionarios. "A veces los cambios son buenos y sirven para motivar", considera. Una sensación muy similar a la que percibió cuando entabló relación con los profesionales del sector. "El primer sentimiento fue de soledad, pero pronto derivó en una confianza mutua que ambas partes consideramos necesaria para avanzar", confiesa.
Azkue lleva muy adentro la preocupación social por los hombres de mar. El cargo que ocupa no le ha caído del cielo. Responde a una brillante trayectoria personal a la que contribuyó de forma decisiva su padre, marino mercante. Vivió la pesca desde la niñez y a los 14 años vio cómo la mitad de su cuadrilla ya faenaba "para ganar dinero". El prefirió aguardar y se decantó por los estudios. Se hizo marino y, una vez afiliado, realizó varios informes sobre la situación de la pesca en Euskadi para el PSE.
Un año después del desembarco socialista en Ajuria Enea, la incertidumbre inicial se ha transformado para Azkue en una intensa rutina. Cargada de imprevistos en la agenda, pero rutina al fin y al cabo. El despertador suena a las seis de la mañana, dos horas antes de su llegada a Vitoria. De camino repasa la prensa. "Me ha sorprendido la relevancia que tiene. Cualquier declaración que se publica es susceptible de convertirse en una pregunta que te obliga a explicarla ante el Parlamento", advierte. Una vez en su despacho, se toma unos minutos de planificación antes de que el teléfono comience a echar humo. No deja de sonar, aunque las decenas de llamadas son menos ya que los correos electrónicos que recibe. "A veces no hay tiempo de reflexionar. Eso es lo malo".
Abierto 24 horas, todos los días del año. La dedicación de un representante del Gobierno a la causa es plena y el viceconsejero de Pesca no es la excepción que confirma la regla. Es lo que más les cuesta comprender en su casa. En especial, cuando se rebasa la barrera del sentido común. "Una vez me despertaron a las cinco de la mañana para contarme que alguien estaba cogiendo chipirones de forma ilegal", desvela. Y su vida personal, lógicamente, se resiente. Únicamente los fines de semana, y no todos, encuentra algo de tiempo para dedicárselo a los suyos. La agenda de compromisos está también muy cargada. "Ya me suele decir la mujer que no tenemos tiempo ni de ir a comprar pantalones", bromea.
Una pequeña ventana enfocada hacia las afueras de la capital alavesa supone la única evasión posible en su despacho. Por fortuna, sólo "hay que estar lo suficiente en Lakua". El viceconsejero acostumbra a recorrer la geografía autonómica. Y no de turismo precisamente. Tan pronto ha de estar con los pescadores de Ondarroa, como con los trabajadores de las industrias conserveras. "Menos mal que Euskadi es pequeño", opina. Sabe de lo que habla. Le ha tocado viajar también varias veces a Madrid y un par de ellas a Bruselas. El mes que viene volará hasta Senegal. "Tenemos intereses de armadores vascos allí y hay que mantener buenas relaciones con las autoridades locales", explica.
A nivel de gestión, hace un buen balance de su primer año en el Ejecutivo. De la anchoa destaca la colaboración con el sector para adelantar la reapertura del caladero a las fechas más beneficiosas para los pescadores del Cantábrico. Su principal quebradero de cabeza, sin embargo, ha sido un barco de nombre Alakrana que le arrebató muchas horas de sueño durante el pasado otoño. Su secuestro por piratas de Somalia fue "el momento más tenso". "La presencia continua de gente armada a bordo dejaba siempre abierta la puerta a una posible tragedia", rememora. El final feliz, al menos, le ha dejado un buen sabor de boca. Según asegura, "las relaciones con los familiares fueron mejores de lo que se ha contado y en algunos casos se siguen manteniendo".
Las aguas revueltas que ha tenido que sortear no le han hecho variar de rumbo. Sigue convencido de que "se puede seguir siendo vasco" sin necesidad de salir "todos los días en público" a refrendarlo y está empeñado en demostrarlo. Aunque se haya llevado sus hábitos culinarios por delante. "Aquí se come lo que se puede -asegura-. Nada de grandes banquetes. Por propia salud y por cumplir con la contención del gasto que nos pidió el lehendakari". Con el "buen humor" por bandera, recurre al optimismo como una estrategia de resistencia ante la responsabilidad adquirida. "A veces nos compadecemos de nuestro propio esfuerzo, pero no es más del que hace otra mucha gente que ni siquiera tiene el aliciente de trabajar para el Gobierno", asegura.
En el caso de Azkue, además, el exigente salto a la política ha llegado acompañado de algunos beneficios personales. Su incorporación al Gabinete socialista le ha permitido coger la excedencia de su trabajo en Castellón, donde estaba destinado como controlador de salvamento marítimo. Por eso no ve con malos ojos su continuo trajín entre los tres territorios vascos. Al fin y al cabo, supone su vuelta a casa. "No dormía tantas noches seguidas con mi mujer desde hacía mucho tiempo", revela jocoso.
Su vida con la cuadrilla tampoco ha cambiado. "Han aceptado con normalidad la presencia de mis escoltas y el resto de las molestias que conlleva el cargo", señala orgulloso. Quizá por ello, su respuesta es contundente a preguntas que hace ya tiempo que ha resuelto. ¿Aguantará tres años más este ritmo? "Y otra legislatura si hace falta".
Trayectoria
- Cargo. Natural de Getaria (1953), casado y padre de dos hijos, Jon Azkue es desde el 13 de mayo de 2009 viceconsejero de Pesca e Industrias Alimentarias.
- Profesión. Aunque relacionado siempre con la pesca, nunca ejerció en ella. Estudió en la Escuela Náutica de Portugalete, donde se hizo marino mercante. Trabajó para la Naviera Aznar hasta su desaparición.
- Sindicalismo. La quiebra de la empresa le introdujo en el sindicalismo. Primero en el sectorial de la marina mercante y desde 1986 en Comisiones Obreras.
- Política. Comenzó su andadura política en el partido abertzale Euskal Iraultzarako Alderdia (EIA), del que pasó a Euskadiko Ezkerra (EE). Con este último se integró en el PSE. Nunca había ostentado cargos hasta su llegada al Gobierno, aunque sí se presentó como concejal en Zarautz y para alcalde en su localidad natal de Getaria, sin muy buenos resultados. En las pasadas elecciones autonómicas figuró en las listas al Parlamento por Vizcaya.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.