Furio Scarpelli, fundador de la comedia italiana

El escritor, dibujante y guionista Furio Scarpelli murió anteayer, poco después de la medianoche, en Roma. Tenía 90 años, había nacido en Roma en 1919, y estaba considerado uno de los fundadores de la commedia all'italiana, el estilo irónico, realista, popular y profundamente crítico que caracterizó al mejor cine de humor italiano.

Durante casi cuatro décadas, Scarpelli trabajó a medias con Age (Agenore Incrocci) formando la imbatible pareja de guionistas Age & Scarpelli. Juntos escribieron obras maestras como I soliti ignoti (traducida como Rufufú, 1958), La Gran Guerra (1959) y Los compañeros (candidata al Oscar en 1963), las tres dirigidas por Mario Monicelli; Los monstruos, de Dino Risi (1963); Señoras y señores, de Pietro Germi (1966), y C'eravamo tanto amati (Nos habíamos querido tanto, 1974) y La terrazza (Una jornada particular, 1980), de Ettore Scola.

Hijo de un periodista humorístico, Scarpelli empezó a ganarse la vida como ilustrador en revistas satíricas. Tras la guerra conoció a Federico Fellini y a través de él a Age. Empezaron a firmar juntos en 1949 con Totò busca piso, dirigida por Steno y Monicelli, y además de las películas citadas más arriba hicieron cerca de 100 guiones, entre otros La armada Brancaleone (1966) (Monicelli), La marcha sobre Roma y En nombre del pueblo italiano (Risi), y el spaghetti western El bueno, el feo y el malo, de Sergio Leone.

Tras separarse de Age en 1985, Scarpelli trabajó con su hijo Giacomo, escribió éxitos como La familia, de Scola, en 1987, o El cartero (que optó en 1996 al Oscar al mejor guión adaptado) y siguió nutriendo de historias brillantes a la nueva generación de cineastas italianos. Uno de ellos, Paolo Virzì, dijo ayer: "Me siento desolado, perdido como un niño: Scarpelli fue un maestro de la antirretórica, su humor fue la medicina que nos curó del fascismo, si es que estamos curados. Hizo las películas populares más bonitas, divertidas, intensas e inteligentes que se han hecho".

Hombre de gran cultura literaria y musical, lector insaciable de los clásicos rusos y franceses, Scarpelli era, según Virzì, "una persona maravillosa, un maestro de humanidad que mimaba a todo el mundo con su irónica dulzura de novelista inmenso". Walter Veltroni, escritor y ex líder del PD, señaló que fue un "fino intelectual que hizo grande el cine italiano y honró siempre al país que amaba y le hacía sufrir". El cómico Carlo Verdone lo definió como "el más refinado y culto de todos los escritores de comedia". Scarpelli nunca dejó de trabajar, y su último guión es de este mismo año: Christine Cristina, de Stefania Sandrelli.