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Columna
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'Re-rack'

No sé si son ustedes fans de Ronnie O'Sullivan o se han pasado ya al bando de los admiradores de Mark Selby, pero estamos en pleno Campeonato del Mundo de Snooker (un juego de billar practicado por prestidigitadores) y la cosa está que arde. Los legos en la materia disfrutamos del placer hipnótico que produce ver una partida en televisión, infinitamente más excitante/relajante que ver un partido de fútbol y de una minuciosidad extrema que el golf, otro juego de bolas, no podrá jamás soñar en una retransmisión. Pues bien, en el snooker se da una situación que rara vez se ve en otros juegos y prácticamente nunca en la vida real. En un momento dado, la posición de las bolas sobre la mesa no deja ninguna salida a ninguno de los dos jugadores así que, por sugerencia del árbitro, se pacta una solución que se llama re-rack. Un re-rack consiste en poner el marcador a cero, reordenar las bolas y volver a empezar el frame. Simple y elegante.

El PP de Vigo usa el lema Empleo y Libertad: los asalariados saben que son términos contradictorios

La situación general que vivimos empieza a pedir a gritos un re-rack. El caso del Estatut catalán en el Constitucional es el paradigma de un cul-de-sac insalvable: la retransmisión de la partida ya dura demasiado tiempo y puede que los jugadores hayan muerto por falta de oxígeno, como apuntaba Manuel Vicent el otro día. Tanta duración hace del espectador un descreído: a estas alturas, salga lo que salga, alguien estará en absoluto desacuerdo y se volverá a retomar el coñazo. Es posible que ni siquiera se pueda llegar a un re-rack, teniendo en cuenta que esto no es un juego de caballeros sino una escaramuza de cabezotas intentando hacer trampa sin que el árbitro les pille. Como aquí nadie asume nada, ni da su brazo a torcer, ni dimite, ni pacta un re-rack, el Partido Popular no iba a ser menos. Pero, si eso ya estaba aprobado y básicamente el texto no proclama la independencia de la República Soviética de Catalunya, ¿qué demonios importará que vaya adelante por un par de palabras más, palabras menos (que dirían Los Rodríguez)? Van a conseguir desencajar a bostezos las mandíbulas del respetable.

En Galicia las cosas tampoco son precisamente como una partida de snooker. El fin de semana pasado se cerraba en Vigo el congreso del PP local con la apoteosis de una nueva y recargada Corina Porro. Es como para desearle que le vaya bien en su singladura (nunca mejor dicho) pero alguien debería aconsejarles un poco en lo que respecta a los lemas que se utilizan en los congresos. El del PP, en este caso, era Empleo y Libertad. Como cualquier asalariado sabe muy bien, estos son términos contradictorios, un oxímoron, como inteligencia militar o justicia española. Quizá si hubieran puesto Empleo o Libertad, y ateniéndonos a la lógica de predicados, podríamos haber entendido empleo o libertad o ambas cosas a la vez, pero la conjunción copulativa implica que la expresión sólo es verdadera si -y sólo si- se dan las dos a la vez, caso bastante improbable dadas las circunstancias actuales. No hilan tampoco muy fino en el PSOE cuando Vázquez anuncia que el partido "vuelve a estar en forma". ¿Esto qué quiere decir? ¿Que antes sólo estaban en fondo? ¿Que estaban fondones? El fondo y la forma son conceptos muy sutiles y difíciles de distinguir en una obra de arte pero este arte de la palabrería nos va a provocar un síndrome de Stendhal de padre y muy señor mío como sigamos por este camino. Y en su toma de posesión, el nuevo obispo de la diócesis de Tui-Vigo, Luis Quinteiro, afirma: "Queremos una Iglesia rejuvenecida. Los jóvenes son la esperanza". Pero, hombre de Dios, ¿quieren aún más jóvenes a su alcance? Se impone un re-rack general en lo que a declaraciones, discursos, lemas, eslogans y proclamas se refiere: si usted no insiste tanto en decir lo que dice, yo haré la vista gorda la próxima vez que meta usted -ocasionalmente, eso sí- la pata.

Ignorando el estruendo de las masas alienadas del fútbol y el golpeteo elitista de los palos de golf procedentes del exterior, el billar sobrevive en tugurios de mala muerte llenos de humo. No hay como un buen canalla que sepa llegar a un acuerdo -a un re-rack- con su adversario para reiniciar la partida.

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