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Anatomía de un violín

La Escuela de Música de Bilbao ofrece un taller de luthería, un oficio que mantiene su esencia pese al paso del tiempo

Aunque es filósofo de formación, Roberto Jardón (Avilés, 1969), uno de los 50 luthiers existentes en España, habla con autoridad de estructuras celulares y de la densidad de la madera.. Su amor por la música hizo que eligiera un oficio que mantiene intacta su esencia a pesar del paso de los siglos. Esto, explica, se aprende como en la edad media, con maestro y aprendiz -el suyo fue el ruso Pavel Schudtz-, trabajando mano a mano. Ayer, una decena de alumnos de la Escuela Municipal de Música de Bilbao le escucharon explicar cada paso del proceso.

El arte de hacer violines alcanzó su punto cumbre hace 300 años con los míticos Stradivarius. "Los artesanos llegaron, sin conocimientos científicos, hasta el más alto grado técnico. Es un instrumento que está agotado. Se pueden hacer igual de buenos que antes, pero no mejores", sentencia. A base de probar una y otra vez con distintos materiales y formas, los artesanos del pasado adquirieron una sabiduría que la ciencia actual sólo puede explicar, no superar. Elegían, por ejemplo, la materia prima golpeando los troncos y poniendo la oreja del otro lado para calcular la densidad.

El luthier fabrica un instrumento al mes cuando en China hay cadenas de montaje

El taller está repartido en tres sábados - volverá el 8 y el 15 de mayo-. "Esta es una profesión de detalle, tardo de media un mes en hacer un violín", explica. Desde el control de los grosores y el tipo de madera hasta la selección de las cuerdas -su núcleo pueden ser de tripa de animal, sintético o metálico- todo importa. El pegamento utilizado tampoco ha cambiado en siglos; se utiliza una cola que ya conocían los egipcios. En la próxima sesión abordarán la limpieza y conservación. La restauración de piezas centenarias también está en el corazón de su oficio.

La clase de la mañana termina con un video de las instalaciones de una firma británica en China que fabrica instrumentos en masa. Por cada pieza creada por un luthier, la cadena de montaje del gigante asiático fabrica unos 10.000, según Jardón. "Los chinos han mejorado mucho. Muchos estudiaron en Cremona [en el norte de Italia, meca de los instrumentos de arco] y ahora dirigen las fábricas". Considera no obstante que sus obras suenan "precipitadas", como el trabajo que hacen, porque no hay atajos fáciles a la hora de buscar armonía. Un violín hecho por Jardón cuesta unos 10.000 euros.

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