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Reportaje:

Ojo clínico en Ribera Salud

El grupo valenciano copa en una década la gestión privada de hospitales públicos en España

Ribera Salud (participada al 50% por Bancaixa y la CAM) se ha consolidado como el principal operador privado de la sanidad pública de España 11 años después de irrumpir en el sector para participar en la puesta en marcha del hospital de la Ribera.

Ahora, tras hacerse fuerte en la Comunidad Valenciana (a final de año participará en la asistencia sanitaria de un millón de valencianos) y haber puesto un pie en Madrid, el grupo se encuentra asentando el crecimiento de los últimos años mientras analiza la posibilidad de abrir nuevas áreas de negocio (el área sociosanitaria no residencial) y permanece atento a las oportunidades que puedan surgir en el mercado nacional (Madrid, Valencia, Murcia) y el internacional (Brasil, Portugal).

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Ribera Salud nació casi de casualidad. El Gobierno de Eduardo Zaplana necesitaba músculo financiero para lanzar su principal apuesta sanitaria: un modelo de hospital público gestionado por una empresa privada. Y para ello recurrió a las cajas de ahorro valencianas. Estas entidades financieras fueron un instrumento para sacar adelante las intenciones del Consell y así, junto a la aseguradora sanitaria Adeslas (con una presencia mayoritaria), Lubasa o Dragados, constituyó la unión de empresas que desde el 1 de enero de 1999 gestiona el hospital de Alzira.

La fórmula se ha repetido en el resto de centros de gestión privada con otros socios (en Torrevieja, con Asisa; en Denia, con DKV; en Manises, con Sanitas, y en Elche, de nuevo con Asisa). Sin embargo, Ribera Salud ya no es sólo una empresa que participa en el accionariado de los hospitales públicos de gestión privada. Se ha liberado de esta función que se le encomendó inicialmente, hasta el punto de emanciparse y convertirse en un grupo empresarial centrado en el segmento del desarrollo de iniciativas de colaboración público-privadas en el sector sanitario. O, sin eufemismos, en la gestión de los pedazos de la tarta sanitaria pública que las administraciones cortan y ceden al sector privado.

Las cajas vieron interesante este segmento de mercado y apostaron por él, como lo hicieron años antes con el sector inmobiliario, en una estrategia de diversificación de riesgos y de búsqueda de nuevos espacios de negocio. El grupo puso este nuevo rumbo el año 2007, coincidiendo con el traslado del hasta entonces responsable del hospital de Alzira, Alberto de Rosa, a la dirección de Ribera Salud. Fruto de este novedoso planteamiento fue la presencia de Ribera Salud en la sociedad que optó y consiguió la adjudicación de los estudios de resonancia magnética de la red pública valenciana, Erescanner Salud. Pero también el salto a Madrid para hacerse con la gestión del laboratorio clínico del hospital Infanta Sofía, de San Sebastián de los Reyes, que atiende a seis centros públicos. A la vez que ampliaba el horizonte de sus actividades, el grupo ha consolidado su presencia en Madrid con la adjudicación del hospital de Torrejón de Ardoz, también público de gestión privada. El pasado 12 de febrero, De Rosa se trasladó a Madrid al acto de colocación de la primera piedra por parte de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.

No es casualidad que la expansión de Ribera Salud se haya producido a la sombra de dos Gobiernos del Partido Popular. Las dos autonomías que más han apostado por dar entrada a las empresas privadas en el sector de la sanidad pública han sido la madrileña y la valenciana. ¿No supone este hecho un inconveniente para la empresa por esta identificación ideológica? ¿Qué sucederá cuando estos partidos no gobiernen? "Estas fórmulas no han nacido en Gobiernos conservadores, sino socialdemócratas, como Suecia, Inglaterra o Portugal, donde el partido socialista actual las está impulsando", apunta De Rosa a este diario. "Es un modelo muy profesional, de servicio público y muy valorado por los ciudadanos", sostiene el responsable de Ribera Salud. "Además, teniendo en cuenta el debate que existe sobre la sostenibilidad actual del sistema, estoy convencido de que es un modelo que se va a desarrollar más". Sus impulsores sostienen que la gestión privada de un hospital público representa un ahorro del 20%, e incluso el 25%, por paciente a la Administración, unas tasas que los detractores de esta fórmula cuestionan.

A falta de los resultados del año pasado, Ribera Salud facturó 113 millones de euros en 2007 y 128 millones en 2008. El ebitda de estos años fue de nueve y 10 millones, respectivamente. Según el informe de auditoría presentado por uno de sus dos socios, la Caja de Ahorros del Mediterráneo, en la Comisión Nacional del Mercado de Valores, el año pasado la firma obtuvo unos beneficios de 2,1 millones de euros.

De momento, Ribera Salud apenas tiene competencia en España. La única empresa similar es la firma sueca Capio, un potente grupo dedicado a la sanidad privada con una veintena de hospitales, que únicamente gestiona un hospital con el modelo Alzira, el centro Infanta Elena de Valdemoro, que fue el primero que se puso en marcha en Madrid bajo esta misma modalidad. Además, Capio mantiene distintos acuerdos de provisión de servicios sanitarios a otras autonomías como Castilla-La Mancha o Extremadura.

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