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Entrevista:JOSÉ VIÑALS | Director de Asuntos Monetarios y Mercados del FMI

"La banca está metiendo miedo, pero ha llegado la hora de la reforma"

Claudi Pérez

La calle K es una amplia avenida que cruza Washington, no muy lejos de la Casa Blanca, no demasiado lejos del Capitolio; nada está demasiado lejos cuando se trata del centro de Washington. Esa calle alberga la mayor concentración de lobbistas de EE UU, un influyente ejército de casi 15.000 personas organizado para presionar a favor de determinados intereses. De los de Wall Street, casi siempre. Por primera vez en mucho tiempo, esos lobbys están nerviosos. El escándalo de Goldman Sachs ha acabado con el aura inexpugnable de ese coloso envidiado por banqueros de todo el mundo, y tal vez -sólo tal vez- se lleve por delante los peores excesos de la industria entera, culpable de la peor crisis desde la Gran Depresión. La ira de la ciudadanía contra Goldman, contra los lobbistas de la calle K y contra los bancos que les pagan ha acelerado al fin las ansias reguladoras de Barack Obama.

"Lo que de veras atemoriza a los Gobiernos es que la crisis se repita"
"La reforma está en el túnel, pero cuando salga se verá que va cargada"
"El mercado de derivados es enorme, si falla puede haber lío"
"La banca española ha sido prudente, la mala prensa no está justificada"

Para sacar adelante esa regulación a la que la banca se resiste con uñas y dientes -y un buen puñados de millones de dólares- llegó a Washington hace justo un año José Viñals (Madrid, 1954), la máxima autoridad financiera en el FMI. Viñals lleva media vida en el sector: entró en el Banco de España al acabar la crisis bancaria de los ochenta. De camino a su luminoso despacho en una de las plantas nobles de la sede del Fondo (que contrasta con el zulo en el que está recluida la prensa), Viñals deja un par de frases con dedicatoria. "Se acabó eso de 'si yo gano, gano yo; si yo pierdo, pierdes tú' que ha caracterizado a la banca", suelta para abrir boca, todavía en el ascensor. Y ya con la grabadora en marcha, un aviso a navegantes: "Puede que la banca intente meter miedo, pero da más miedo la crisis: ha llegado la hora de reformar unas prácticas absolutamente divorciadas de la prudencia", ataca sentado ante un enorme ventanal, de espaldas a la famosa calle K.

Pregunta. Casi tres años después del inicio de una crisis, se ha hecho poco o muy poco para reformar el sistema financiero. ¿Detecta resistencias en la banca?

Respuesta. No estoy de acuerdo con que se haya hecho muy poco, aunque todavía falta mucho por hacer. El Comité de Basilea ha establecido tener mayores requisitos de capital para los productos financieros más arriesgados que se encuentran en los balances bancarios, que comenzaran a aplicarse desde finales de ano. También se ha llegado al acuerdo de reforzar los requerimientos generales de capital y liquidez a los que tendrá que hacer frente la banca, aunque solo hacia finales de 2010 se conocerán las cifras concretas. En el ámbito nacional, el proceso de reforma del sistema financiero se ha acelerado en EE UU, donde actualmente se están discutiendo varias propuestas legislativas, y en Europa también ha habido avances, como las directivas relativas a fondos de alto riesgo o a las agencias de calificación, el establecimiento de un organismo europeo para vigilar los riesgos sistémicos o la creación de las autoridades europeas de banca, valores y seguros.

P. Pero la industria hace lo posible por poner freno a la regulación.

R. .Efectivamente, la banca que ha estado más próxima al origen de la crisis viene a decir que las cosas se están recuperando, que vuelve la rentabilidad a los sectores bancarios más afectados. Y que basta con afinar un poco la normativa pero sin hacer grandes cambios. Nuestra labor consiste en desoír los cantos de sirena que dicen que para qué sirve la reforma si los bancos ya ganan dinero. A mi juicio, si bien es cierto que la situación bancaria ha mejorado a nivel internacional al hilo de la recuperación económica, no podemos caer en la complacencia. En otras palabras, no podemos volver a las mismas prácticas de elevado riesgo, excesivo endeudamiento y falta de prudencia que caracterizó el comportamiento de numerosas entidades financieras en el pasado porque eso nos llevaría antes o después a una nueva crisis. Por todo ello, debe haber reformas regulatorias profundas y, como antes he mencionado, las regulaciones más importantes, en materia de capital y liquidez, se prevé que estarán listas para fin de año. Pero también es vital decidir cómo afrontar el problema de los bancos que son demasiado importantes para caer. En este terreno, actualmente hay varias propuestas sobre la mesa, como la posibilidad de establecer estándares regulatorios o supervisores más estrictos con estas entidades, someterlas a impuestos financieros especiales, o la llamada la propuesta Volcker, que consiste en limitar su tamaño o prohibirles la realización de ciertas actividades. Pero también se está examinando la introducción de mecanismos tendentes a facilitar la resolución de las crisis bancarias con objeto de evitar que la caída de una entidad tenga efectos devastadores sobre el resto del sistema financiero, como ocurrió en el caso de Lehman Brothers.

P.. Los lobbys aducen que viene un terremoto regulatorio que acabará por reducir el crédito y truncar la recuperación. ¿Está metiendo miedo la banca?

R. Es posible que esté metiendo miedo, pero ha llegado la hora de la reforma. Porque lo que de verdad da miedo es la crisis que han provocado unas prácticas bancarias absolutamente divorciadas de la prudencia. Y ese miedo es mucho más poderoso que cualquier actividad de lobby. Lo que de veras atemoriza a autoridades es que pueda repetirse otra crisis como ésta. Pero es verdad que hay que calibrar el impacto total de toda la regulación que esta en curso para que, en conjunto, sea asumible por el sistema bancario. Las distintas iniciativas de la reforma son como las piezas de un rompecabezas; al final tienen que casar en algo que tenga sentido. A su vez, hay que introducir los cambios regulatorios de manera pautada, teniendo en cuenta las condiciones económicas actuales, con objeto de que sean más fácilmente absorbidas por la banca sin dislocar la economía. Hay que conseguir un sector financiero más seguro, pero que sea capaz de obtener unos márgenes de beneficio razonables para apoyar un crecimiento económico vigoroso. Pero sin los excesos del pasado.

P. Hay propuestas que han sido una desilusión: la regulación de los paraísos fiscales o de los bonus de los banqueros. ¿Por qué no acaban de verse los avances?

R. Además de las medidas a las que antes me he referido, que están siendo perfiladas actualmente, para fin de 2010 se prevé alcanzar un acuerdo internacional en lo relativo a las entidades demasiado importantes para caer. En los bonus ya ha habido avances: se han puesto en marcha unos principios claros que las entidades deben seguir. Sabemos qué países están haciendo cosas, cuáles están más desalineados. Han empezado a darse pasos también para mejorar la seguridad en los mercados de derivados. Todo eso está en marcha. Pero quiero recordar que la revolución regulatoria que se ha venido elaborando en estos dos últimos años es lo que habitualmente se hace en 10 o 15 años.

P. Tampoco había habido una crisis como esta desde la Gran Depresión.

R. Precisamente por eso se han acelerado las cosas y hemos tratado de encontrar el equilibrio entre la rapidez y la calidad de la regulación. Hazlo rápido, pero hazlo bien. O viceversa.

P. ¿La acusación de fraude de Goldman Sachs puede servir para acelerar?

R. Puede. Pero antes de Goldman ya había un plan para hacer los mercados de derivados más seguros. Es un mercado enorme, basado en contratos bilaterales, sin transparencia, con muy pocas garantías. Como ya se vio en el caso de Lehman, cuando se resiente puede haber consecuencias muy negativas. Hay ya trabajos bastante avanzados para dotarlo de mayor seguridad. Pero en todo lo relativo a la reforma creo que hay un problema de comunicación. Se están haciendo muchas cosas pero, como aún no se han tomado las decisiones finales, la impresión generalizada de la gente es que no se está haciendo nada.

P. Lo que sí sabe la gente es que se ha metido un dineral en los rescates de la banca, que la industria ha vuelto enseguida a los beneficios, a los bonus y a las prácticas que nos llevaron a la crisis.

R. Efectivamente. Por eso estamos poniendo en marcha el tren a toda velocidad. Lo que pasa es que como el tren está en aún esta dentro del túnel, no se ve a la velocidad a la que viaja. Pero cuando salga del túnel, se verá.

P. La banca española resiste, de momento. ¿Se avecinan problemas?

R. La banca española se ha mantenido al margen de los excesos financieros en términos de productos sofisticados y tóxicos. Es verdad que el negocio relacionado con la construcción y el sector inmobiliario acumula pérdidas y eso tiene que ser limpiado. Ha habido ciertos excesos: nadie lo niega. Las diferencias son que en España muchas entidades, entre ellas las mas importantes, han seguido una política mucho más prudente y que la regulación y la supervisión han sido de mayor calidad.

P. ¿Por qué entonces la mala prensa en Wall Street, en la City, en los mercados?

R. Esa mala prensa no está justificada. En España, las entidades de crédito grandes y la mayor parte de las medianas están en buenas condiciones Desde el verano de 2007, cuando comenzó la crisis, sólo ha caído una caja pequeña, Castilla-La Mancha. Esto es muy diferente de lo que ha sucedido en países como EEUU, el Reino Unido, Suiza, Alemania, Holanda o Bélgica, donde se han visto seriamente afectadas las principales entidades de crédito. Hay, eso sí, una serie de cajas de ahorros que necesariamente deben acometer procesos de reestructuración para evitar serias dificultades en el futuro. Pero estos problemas son digeribles con los recursos del FROB. Lo que hace falta es que los procesos de restructuración se lleven a cabo cuanto antes, con criterios de eficiencia y sin interferencias políticas.

José Viñals, máxima autoridad financiera del FMI, en una imagen de 2007.
José Viñals, máxima autoridad financiera del FMI, en una imagen de 2007.EFE

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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