El mundo es de los resentidos
- "El genio es un 1% de inspiración
y un 99% de sudor".
-Thomas Edison, que patentó más de 1.000 inventos.
Puede que Edison exagerara. O que no estaba pensando en el fútbol cuando soltó su célebre frase. Pero es verdad que el elemento decisivo en el éxito del Barcelona la temporada pasada, como en el éxito arrollador del Manchester United en Inglaterra durante las últimas dos décadas, han sido las ganas, más que el genio. La receta mágica consiste en combinar las dos cosas. Pero si uno tiene más deseo de triunfar que el rival, el factor genio se anula, o su peso disminuye.
Todo esto es muy obvio pero es útil recordarlo a estas alturas de la temporada, cuando las cosas se empiezan a poner en su sitio, porque sirve de explicación para gran parte de lo que ha pasado y está pasando. Nos explica, por ejemplo, cómo fue posible que el Alcorcón eliminara al Real Madrid multimillonario de la Copa del Rey; que el Espanyol casi ganara al Barcelona el fin de semana pasado; que un equipo falto de talento (salvo Rooney y el veterano Scholes) como el Manchester United siga compitiendo por la Liga inglesa; que el Inter de Milán, equipo de viejos soldados, venciera de manera contundente en la Champions League al Barça de Xavi y Messi.
El secreto de Mourinho es que está peleado con el mundo. Pero ahora es Pep quien tiene el orgullo herido
¿De dónde salen esas ganas, y la fe ciega que generan? La figura del entrenador es importante. A veces la gente se pregunta para qué sirve un entrenador, o qué es lo que define a uno bueno. Pues eso, la capacidad de motivar. Un entrenador puede tener una capacidad intelectual enorme para entender las teclas del juego, pero si no sabe inspirar a sus jugadores no sirve para nada. Si Alex Ferguson, el entrenador del Manchester, se sentara en una clase en la que Pep Guardiola ejerciera de profesor de táctica futbolística, estaría tan perdido como el niño en la clase de matemáticas que nunca entendió los principios básicos de sumar y restar. Pero ese 99% de sudor, que es la consecuencia del hambre de triunfar, Ferguson lo posee a tope. Por eso es capaz de convertir a jugadores mediocres como Darren Fletcher, Michael Carrick, John O'Shea y Ji-Sung Park en campeones.
El Inter de Milán tampoco está exactamente repleto de jugadores brillantes. ¿Cómo es, entonces, que ganó merecidamente 3 a 1 al SúperBarça en lo que fue para ambos el partido más importante de la temporada? En parte, quizá, porque su entrenador, José Mourinho, organizó mejor a los suyos, pero ante todo porque el Inter tuvo más deseo de ganar. ¿Por qué? Porque Mourinho jugaba con ventaja. Tuvo la suerte de tener en sus filas a un grupo de jugadores la mitad de los cuales entraron al campo armados con el motor motivador más potente que conoce la humanidad, el resentimiento.
Tres de los jugadores del Inter fueron descartados por el Real Madrid (Walter Samuel, Esteban Cambiasso y Wesley Sneijder) y dos (Samuel Eto'o y Thiago Motta) los descartó el propio Barça. A esto se suma el resentimiento de la hinchada del Inter, que rugió como nunca el martes en San Siro, consciente de que se le presentaba por fin la posibilidad de curar una vieja herida, de ganar por primera vez la Copa de Europa desde 1965, período en el que el Milan, su odiado vecino, la ha alzado seis veces.
Quizá el fondo de la cuestión, y el probable secreto del extraordinario éxito que Mourinho ha logrado en tres clubes, en tres países, en ocho años, sea que el portugués tiene toda la pinta de ser por naturaleza un resentido, peleado con el mundo, como lo es, manifiestamente, Alex Ferguson. Guardiola, en cambio, parece que no. La suerte es que en este preciso momento, tras la peor derrota de su mandato, sí lo es. Como también lo son sus jugadores. Se les cuestiona que por primera vez en mucho tiempo, tienen el orgullo dolido y en el partido de vuelta del miércoles les poseerá un deseo desesperado de reivindicarse frente al mundo.
Si resulta que la satisfacción de la victoria calmó un poco la acomplejada ansiedad de los jugadores del Inter, si los que salen al campo con la dosis de resentimiento más alta son los del Barça, sin excluir a los genios Messi y Xavi, suyo será el triunfo en la batalla del Camp Nou.
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