Las víctimas celebran la expulsión de Falange del proceso contra Garzón
El encierro de apoyo al juez dispara las peticiones de apertura de fosas
El ambiente era de euforia. "Hemos ganado una batalla", comentaban ayer familiares de las víctimas del franquismo. Era el octavo y último día del encierro simbólico de apoyo al juez Baltasar Garzón y por primera vez tenían algo que celebrar: "Falange ya no se va a burlar de nosotros", sonreía Gervasio Puerta, de 89 años, ocho de ellos preso. Lo vivieron como un triunfo.
"El encierro ha sido un éxito y creo que la decisión del Tribunal Supremo [de apartar a Falange de la causa] tiene mucho que ver con nuestra movilización. Por lo menos han pasado por aquí 1.800 personas, que son las que han firmado el manifiesto de apoyo a Garzón", afirmaba con orgullo Carlos Agüero, de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. 1.800 personas que dejaron 2.500 euros en la gran hucha que los organizadores del encierro colocaron para recaudar dinero para sufragar, entre otras cosas, los gastos de organización de la manifestación contra la impunidad de los crímenes del franquismo que sale hoy a las 18.30 de la madrileña plaza de Cibeles.
El encierro ha disparado las adhesiones a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y las peticiones de familiares para exhumar los restos de los suyos. "Aunque también se ha acercado mucha gente joven, que no vivió el franquismo", añade Agüero. "Venían y decían: 'Estamos indignados, ¿podemos ayudar?".
Profesores universitarios franceses enviaron 700 firmas de apoyo a Garzón; de hispanistas de EE UU llegó otro centenar y los trabajadores del CSIC recogieron 600 firmas. La Plataforma Contra la Impunidad del Franquismo logró adhesiones hasta ultimísima hora, como la del cantante Joaquín Sabina o la del premio Cervantes José Emilio Pacheco.
Mientras Asunción Balaguer leía un poema de Miguel Hernández, cuyos versos han sido recitados casi a diario durante el encierro, muchos de los presentes pensaban en los que no estaban: en los que fueron ejecutados, en los que murieron en la celda de al lado, en los hermanos que perdieron de vista cuando, asesinados los padres, fueron repartidos entre familiares que pudieron sacarlos adelante. Las víctimas acuden hoy a la manifestación contra la impunidad de los crímenes del franquismo con un mismo lema, pero distintos recuerdos. Unos irán a manifestarse contra la impunidad de los paseos; otros, contra el robo de niños; algunos, por las depuraciones, las torturas, la expulsión del país...
El broche final al encierro lo puso Pedro Guerra con la canción Huesos: "En el calcio del hueso hay una historia: desesperada historia, desmadejada historia de terror premeditado...".
HILDA FARFANTE: "¡Los que mataron a mis padres les llamaron asesinos!"
Sus padres, maestros de pueblo, fueron ejecutados en 1936. "Mi madre está en una cuneta y mi padre en un barranco. Siguen desaparecidos", cuenta Hilda Farfante, de 89 años. "Éramos tres hermanas y no nos volvimos ver. A partir de entonces, en todas partes, la escuela, los libros, los púlpitos... oíamos lo de rojos asesinos. ¡Los que habían matado a mis padres los llamaban asesinosy nosotros teníamos que callar! Lo he recordado al ver lo que le pasa a Garzón: el juez sentado en el banquillo por Falange. Si los asesinos de mis padres no eran falangistas, desde luego iban disfrazados como tales".
GERVASIO PUERTA: "Conocí a mi mujer en prisión gracias a la tinta invisible"
Gervasio Puerta, presidente de la Asociación de Ex Presos Antifranquistas, tenía 15 años cuando fue voluntario a la guerra. Luchó en todos los frentes: Teruel, Madrid, El Ebro... pero sus artes clandestinas no impidieron que pasara ocho años en la cárcel. "Allí conocí a mi mujer, nos pasábamos notas con tinta sintética que hacíamos en la cárcel con limón", cuenta. Ayer la echaba de menos. "Mi padre murió en la guerra y mi madre se fue a Madrid con mi hermano, cayó enferma y murió. Había perdido la razón, de pena. Por todo eso digo que mi lucha arrancó con 15 años, y aún no ha terminado".
JULIÁN REBOLLO: "Tener a cientos de personas en cunetas es una vergüenza"
El jueves llevó 150.000 firmas pidiendo al Poder Judicial que no suspenda al juez Garzón. Ayer, recordaba el sueño en el que lleva empeñado más de 14 años: un museo de la memoria en la antigua cárcel de Carabanchel, o en el único edificio que queda en pie tras su derribo y conversión en Centro de Internamiento de Extranjeros. Cuenta que perdió a un tío suyo "en la guerra de España" y a otro en el campo Mauthausen. "Hace 40 años, el Gobierno alemán me envió todos los datos de dónde estaba. Aquí, todavía hay cientos de personas en cunetas que no sabemos quiénes son. Es una vergüenza".
VÍCTOR DÍAZ CARDIEL: "Si hubieran hecho en 1977 lo que tenían que hacer..."
Reconoce que no pensó que tendría que volver a manifestarse contra el franquismo, después de haber pasado "nueve años y tres meses en cárceles franquistas, en Carabanchel, Soria, Calatayud y Segovia", pero asegura que no le queda otro remedio. "Quizá si hubieran hecho lo que tenían que hacer en 1977, o después en todos estos años, no estaría pasando lo que está pasando...". No fue el único represaliado de su familia: "Mi padre estuvo seis años en la cárcel, mi hermano pequeño también estuvo preso, y mi tío... ¿Cómo olvidar ese plan de exterminio?".
LOLA CORRALES: "La vacuna que me pudo curar era para niños del régimen"
A su pesar, no puede asistir hoy a la manifestación contra la impunidad del franquismo. "Sólo salgo de casa para ir al médico. Apenas puedo andar", se lamenta. Lola Corrales es la presidenta de la Asociación de Afectados de la Polio. "Yo tengo 51 años, la vacuna que me pudo sanar, 55. Pero entonces sólo se la daban a los hijos de la gente rica, con contactos en el régimen", explica. Eso, asegura, impidió que muchos hijos de familias republicanas, pobres, no pudieran acceder a la vacuna. Por eso son de alguna manera víctimas del franquismo y por eso a ella le hubiera gustado ir a la manifestación de hoy.
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