"Ahora nos toca perpetuar su legado"
La Familia Real y los deportistas se vuelcan en la despedida a Juan Antonio Samaranch, ex presidente del COI
Ahí estaban todos y había un féretro. Juan Antonio Samaranch, ex presidente del Comité Olímpico Internacional, recibió ayer el último adiós del mundo del deporte, del político y de una Familia Real que siempre ha estado muy unida a su persona. No había lágrimas. El protocolo lo invadía todo. Protocolo de la Caixa, del Ayuntamiento de Barcelona, de la Generalitat, de la Casa Real. Todos se movían de un lado a otro con prisas, temiendo haber olvidado el último detalle. Sin embargo, nada impidió que el acto estuviera marcado por un profundo sentimiento de gratitud y reconocimiento.
La sala Sant Jordi, del Palau de la Generalitat, se había habilitado para la última despedida a Samaranch. Los príncipes de España, don Felipe y doña Leticia, habían estado recibiendo a las autoridades junto a los hijos de Samaranch, Juan Antonio y María Teresa; su compañera, Lluïsa Sallent, y al presidente de Cataluña, Josep Montilla. Nadie faltó a la cita. Muchos miembros del COI, encabezados por su presidente, Jacques Rogge. Todo el mundo del deporte y de la política. Los alcaldes de Barcelona y Madrid. El presidente de la Caixa. Todos, algunos como Fidel y Raúl Castro, a través de coronas de rosas. "Hemos venido de las cuatro esquinas a decir adiós al presidente del COI más influyente desde Pierre de Coubertin", señaló Rogge en el último homenaje, reservado a las autoridades. "Nos enseñó que no hay nada que no pueda lograrse si nos mantenemos unidos", agregó Alberto Ruiz-Gallardón, alcalde de Madrid. "Me puso en el cuerpo el espíritu de los Juegos en 1992 y me mostró el orgullo de un barcelonés profundamente catalán que quería mostrar al mundo el futuro de una España nueva y diferente", dijo don Felipe en catalán.
"Quiso mostrar al mundo una España nueva", dijo el príncipe Felipe en catalán
Después, María Teresa, la hija de Samaranch, mostró una imagen inédita de su padre como hombre familiar cautivado por el deporte: "Nos acostumbramos a convivir con su segunda familia. Siempre estaba pendiente de todas las competiciones. Eso le hacía feliz". Después sonó, por expreso deseo de Samaranch, la canción Amigos para siempre, interpretada por Sarah Brighman y Josep Carreras, como en la clausura de los JJ OO de 1992. Y la emoción lo embargó todo.
Cuando la capilla ardiente se abrió al público, aparecieron cientos de personas que querían darle el último adiós. "He venido porque él me dio este trofeo [y mostró una vieja copa] cuando fui campeón de Cataluña de tenis de mesa en 1957", comentó Josep Maria Más, de 72 años. Los momentos más emblemáticos, sin embargo, se produjeron cuando los deportistas adquirieron protagonismo. Un grupo de unos 30 de la élite española quisieron acompañarle portando el féretro hasta la catedral de Barcelona. El tenista Rafael Nadal, llegado directamente desde Palma de Mallorca, y el balonmanista David Barrufet encabezaban a los ocho elegidos para el último relevo, que fue recibido por el arzobispo de Barcelona, Luis Martínez Sistach. Les acompañaban Pol Amat, Beatriz Ferrer Salat, Manel Estiarte, Gemma Mengual, Jordi Villacampa y Gervasio Deferr. Y detrás, una lista interminable de nombres ilustres del deporte: Arantxa Sánchez, Manuel Orantes, Enric Masip, Santiago Esteva, Txiqui Sans, Theresa Zabell, Miquel Torres, entre muchos otros, que se fueron relevando como portadores.
El féretro entró en una abarrotada catedral alrededor de las seis de la tarde. Los Reyes, don Juan Carlos y doña Sofía, y las infantas Elena y Cristina ocupaban ya sus posiciones en el presbiterio. La familia y las autoridades, en las primeras filas. "Barcelona, Cataluña y España han perdido a uno de sus hijos de mayor proyección universal", dijo el Rey; "un gran español, promotor ejemplar de los valores olímpicos y del entendimiento entre los pueblos". Martínez Sistach, que ofició el sepelio, resaltó que Tarzisio Bertone, secretario de Estado del Vaticano, acababa de enviar un telegrama de condolencia enviado por el papa Benedicto XVI.
En la clausura del acto religioso, Juan Antonio Samaranch hijo tuvo palabras de agradecimiento a las autoridades, los deportistas y la Familia Real. "Y también a los conciudadanos porque me ha ilusionado comprobar que mi padre era una figura popular, de los ciudadanos", resaltó. "Ahora", concluyó, "nos toca a todos nosotros perpetuar su legado".
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