El Málaga se mete en un follón
El Valladolid domina al conjunto andaluz, pero no consigue derrotarlo
La trayectoria del Valladolid desde la llegada de Clemente decía que el Málaga iba a pasar un mal rato, que por fin había despertado, que la victoria ante el Sevilla le había disparado el ánimo y lo que una semana atrás estaba tan lejos, la permanencia, se había acercado milagrosamente. La tendencia inversa la tenía el equipo de Muñiz, que se ha metido en un follón. El partido fue una explicación a su estado de ánimo, a tirones, con poco fútbol y entregado a los dos o tres futbolistas que saben echar el balón al suelo. Dos de ellos, Luque y Apoño, comenzaron el partido en el banquillo.
La hoja de ruta de Clemente decía que el Valladolid iba a decidir en Málaga si continuaba en la pelea o si se daba por vencido, si quedaba alguna posibilidad de milagro, que el empate no servía, que había que ganar, y el técnico, con un poco más de conocimiento de su grupo, se olvidó de la opción de los cinco defensas. A cambio, con Javi Baraja como mediocentro, colocó a Medunjanin en el once y a Costa en una banda. Esto es, el Valladolid pedía el cuero. Y el Málaga se lo entregó gustoso porque el equipo de Muñiz llegaba en caída libre y al borde de la histeria. Un rato de dominio sin más del Valladolid, alguna ocasión pequeñísima, un par de disparos lejanos y tiempo para ganar solidez.
MÁLAGA 0 - VALLADOLID 0
Málaga: Munúa; Gámez, Stepanov, Rosario, Mtiliga; Juanito, Toribio (Luque, m. 46); Forestieri (Juanmi, m. 82), Fernando (Apoño, m. 46), Duda; y Baha. No utilizados: Arnau; Orozco, Valdo y Manu Torres.
Valladolid: Jacobo; Pedro López, Sereno, Nivaldo, Barragán; Baraja, Borja; Nauzet (Bueno, m. 84); Medunjanin (Canobbio, m. 53), Diego Costa y Manucho. No utilizados: Fabricio; Luis Prieto, Arzo, Marquitos y Marcos.
Árbitro: Clos Gómez. Amonestó a Juanito, Nivaldo, Gámez y Borja.
Unos 23.000 espectadores en La Rosaleda.
El Málaga aguantó el primer arreón, esperó y, cuando Duda entró en acción de banda a banda, comenzó a equilibrar el choque. Muñiz dio un paso más en el descanso, removió todo su fútbol de ataque, colocó en la banda a Luque y en el centro a Apoño y el Málaga comenzó a funcionar, a empujar al Valladolid hasta acorralarlo en el área. Diez minutos de velocidad, de carreras por la banda, de peligro permanente, los únicos de todo el partido. Pero el Valladolid de Clemente, con pareja estable de centrales, Nivaldo y Sereno, ha aprendido por fin a defenderse y lo hace bien, tiene oficio, y los intentos del Málaga se saldaron con un cabezazo alto de Gámez y un contragolpe de Forestieri que terminó pegado al palo. El Valladolid tuvo bastante y terminó por renunciar a todo para rescatar sólo un punto, que no le salva ni le entierra pero que pone más difícil la salvación.
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