Difíciles equilibrios de las cuentas empresariales
Sin duda, el indicador estrella de la semana ha sido el índice de precios al consumo (IPC), aunque antes de pasar a comentarlo quería analizar brevemente otra información importante publicada durante la semana anterior: los resultados de 2009 de las empresas que colaboran con la Central de Balances Trimestral del Banco de España. La salida de la crisis y la fuerza con la que se desarrolle la misma dependerá de muchos factores, entre ellos la capacidad de reacción de las empresas, que fundamentalmente viene dada por la evolución de sus cuentas.
El valor añadido bruto (VAB) de las 730 empresas (representativas del 11,6% del PIB generado por las sociedades no financieras) que aportaron sus datos a la Central de Balances cayó en 2009 un 9,5%. Lo primero que llama la atención de esta cifra es que dista excesivamente de la que se deduce de la contabilidad nacional, que da un retroceso del 4,4%. Ya se produjo esta discrepancia, incluso mayor, en 2008, algo que no era así hasta 2007 [gráfico superior izquierdo]. Por sectores productivos, la peor parte se la llevó la industria manufacturera, cuyo VAB disminuyó un 24,6%.
Las empresas han logrado mantener sus constantes vitales, salvo las que han desaparecido del mapa
¡Ojalá sólo fuera un problema de confianza! Los precios superarán el 2% en diciembre
Con el valor añadido, las empresas pagaron a sus trabajadores. Estos disminuyeron un 2,7%, bastante menos que el descenso del 6,7% del conjunto de la economía, por lo que cabe pensar que las empresas de esta muestra no fueron precisamente las más castigadas por la recesión global. Las remuneraciones medias aumentaron un 1,1%, también lejos del 3,6% del conjunto de la economía. Con ello, los costes laborales totales disminuyeron un 1,6%. El resto, que es el excedente bruto de explotación (EBE), cayó un 15,9%, bastante más de la caída del 2,2% que muestra la contabilidad nacional. Si a este excedente le sumamos los ingresos financieros y le restamos los gastos financieros, las amortizaciones y otras provisiones, nos queda el resultado ordinario neto (RON), que cayó un 10,3%, tras haber descendido un 24,2% en 2008. No obstante, los resultados por operaciones atípicas y los menores impuestos sobre la renta hicieron que el resultado del ejercicio aumentara un 11,9%, tras haber descendido un 50,8% en el año anterior.
La rentabilidad del activo neto se redujo del 7,2% en 2008 al 6,1% en 2009, pero el coste de la financiación recibida sobre los recursos ajenos lo hizo en mayor medida, del 5,1% al 3,4%, por lo que la diferencia rentabilidad-coste financiero aumentó de 2,1 a 2,7 puntos
[gráfico superior derecho]. Vemos, por tanto, que con operaciones extraordinarias, menores impuestos y la bajada de los tipos de interés, las empresas de la muestra -no así las que han desaparecido del mapa- han logrado mantener sus constantes vitales. Pero estos remedios se acaban pronto y si la cifra de negocios no mejora y la financiación sigue sin fluir adecuadamente, difícilmente las empresas van a emprender nuevas inversiones o crear empleo.
El IPC de marzo confirmó las previsiones y la inflación anual aumentó del 0,8% al 1,4%. Hay quien se alegra, pensando que así se aleja el peligro de la deflación, pero ni mucho menos es para alegrarse. Este aumento no proviene de un relanzamiento del consumo, sino de que el petróleo costó en marzo un 63% más en euros que un año antes. También el adelanto de la Semana Santa respecto al año anterior y el perjuicio a las cosechas causado por la mala climatología han influido en menor medida. En definitiva, estamos transfiriendo renta a los países productores de petróleo y eso nos resta poder adquisitivo, precisamente ahora que los consumidores estamos pensando si procede abrir la mano y gastar algo más.
Lo peor es que el precio del petróleo no tiene pinta de bajar (no mientras China crezca al 11,9%), lo que ha empeorado significativamente las previsiones de inflación para el resto del año. Los modelos dan ahora una tasa anual para diciembre algo por encima del 2%, medio punto porcentual más que antes [gráfico inferior izquierdo] y un aumento medio anual del 1,6%, cuatro décimas más. En fin, todo son problemas para los sufridos consumidores y, por extensión, para las empresas, cuya cifra de negocios y cuenta de resultados difícilmente van a mejorar a corto plazo. Muchos piensan que todo el problema es una cuestión de confianza. Ojalá fuera sólo eso. -
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
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