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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Concierto 'indie' de 200 músicos junto al río

Love of Lesbian toca cinco canciones con sus seguidores en La Riviera

"La menor, mi menor, sol mayor, re mayor y empezamos". Santi Balmes, cantante del grupo indie pop Love of Lesbian, daba estas indicaciones minutos antes de comenzar el concierto en La Riviera. Pero en la mañana de ayer sus palabras no sólo iban dirigidas a los miembros del grupo sino también a los casi 200 seguidores de la banda que llevaban dos meses estudiando partituras y ensayando virtualmente con la banda para interpretar con ellos cinco canciones. Y en el gran día, cerca de 1.500 personas, se acercaron a la sala y se entregaron en un emotivo espectáculo. "Esto más que un concierto, es un evento", afirma Balmes.

Aunque las puertas no abrían hasta las diez y media de la mañana, dos horas antes ya había una pequeña cola en la puerta de la sala La Riviera. "Nos vinimos anoche desde Valladolid, pasamos la noche de fiesta y venimos de empalmada. Un rato de clarete y un rato de ensayar el pop?n roll del grupo", cuenta entre risas Fernando de San Luis, de 29 años, que lleva toda la noche por los bares de la capital con su colega Cristián. No importa el cansancio o la resaca, ahí están con sus guitarras, sus pelucas de colores y unas gafas de feria brillantes. Igual que ellos, cerca de 200 seguidores de Love of Lesbian pertrechados de sus instrumentos, van llegando a la sala de conciertos para ensayar una última vez antes de enfrentarse al público.

Los intérpretes han estado dos meses estudiando las partituras
El grupo no logró los 1.999 asistentes, pero se quedó en unos 1.500

"Me enteré de la convocatoria por Facebook, me apunté y empecé a ver los vídeos que colgaron en Internet", explica Nacho Salvador, de 25 años, mientras prueba notas en su guitarra antes de que comience a sonar Shiwa, la primera canción del repertorio. Para que los acompañantes musicales no desafinaran, los componentes del grupo colgaron las partituras de los primeras cinco canciones que iban a tocar y grabaron unos vídeos (todavía se pueden ver en http://www.tucamon.es/tenemosungrupazo) donde explicaban cómo interpretarlas.

"Nos dijeron que si no nos atrevíamos a tocar con un montón de peña y nos lanzamos. Con esta iniciativa no sólo queríamos interaccionar con el público sino romper la cuarta pared y tocar con ellos, compartir con ellos... En definitiva, crear con ellos", explica Julián Saldarriaga, guitarrista del grupo.

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Entre canción y canción, en la zona junto al escenario para los músicos, resuenan guitarras, ukeleles, violines o flautas sinfónicas y vuelan partituras que igual se sujetan en la espalda del compañero de delante como se escriben en el brazo a modo de chuleta.

"He venido desde Sevilla porque me parecía una iniciativa muy interesante pero como no sé tocar la guitarra me traje el violonchelo", relata Cristina Olmedilla, acompañada de Clara y Olga Castiblanque que optaron por traer sus violines. No pueden hablar más, es el momento de la última canción y las han invitado a subir al escenario. "Sube tú. Y tú. Venga, vosotros arriba", invita el cantante a varios seguidores.

"¿Queréis subir vosotros?", pregunta el guitarrista a Dani Muñoz, que tiene el brazo derecho escayolado. "Un balonazo", explica el joven de 13 años. " A mi padre le gusta mucho el grupo. Mi hermano Martín y yo empezamos a tocar la guitarra hace cinco meses y, como lo oímos mucho, nos apuntamos para tocar con el grupo a pesar de la escayola", continúa desde detrás del escenario. Todavía está un poco nervioso por la emoción de subir al escenario y tocar con la banda. Como él, cerca de 30 músicos tocaron la quinta y última canción al unísono con Love of Lesbian.

"Esto es brutal, vosotros tocando y nosotros haciendo de público", dice Balmes, visiblemente emocionado. Pero después de las interpretaciones en masa es el momento de la banda, que se entrega en el escenario para deleite de sus seguidores.

"Aunque es la novena vez que les vemos, este concierto era especial por eso me he venido con mi grupo de amigos desde Galicia y, a falta de instrumento, nos hemos traído unas maracas", exclama María Luthien, de 35 años, que ha venido como público, pero que corea todas las canciones. Para el grupo era importante llegar a los 1.999 seguidores -el último disco que publicaron el año pasado se llama 1999- y, aunque ayer se quedaron en unos 1.500, la cita no defraudó a nadie.

El concierto ha terminado. Los músicos recogen sus instrumentos y, tras varios bises y la coreografía de despedida, el grupo se retira. "La experiencia ha sido total, he flipado con la participación de la gente", cuenta Balmes, arrellanado en una silla del camerino. "No estoy cansado, estoy más bien turbado y abrumado. Me he emocionado y en un momento casi me pongo a llorar ahí arriba". Mientras abandona la sala, el público también va compungido. Rafa Sánchez, músico de 24 años, lo define así: "El sentimiento de haber participado en una experiencia única acompañado de mi grupo favorito".

El concierto se convierte en una especie de performance.Vídeo: P. LEÓN / A. R. DE LA RÚA

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