Reforma electoral

Hace unos días se me saltaban las lágrimas de rabia y frustración tras leer que los dos partidos mayoritarios están negociando para deshacerse de casi millón y medio de españoles. Y sí, digo deshacerse porque si no votamos no existimos, porque negarnos ese derecho que la Constitución española ampara es borrarnos del país y anularnos como ciudadanos españoles.

Para más inri, la fecha de la noticia lleva implícita la nocturnidad y alevosía con la que esos dos grupos políticos han actuado, en abril se filtran sus manipulaciones y para junio quieren la reforma. ¿No es esto ultrajante? Tengo que decir que es la primera vez en mi vida que he sentido vergüenza de ser española, porque aunque mi confianza en la mayoría de la clase política es escasa, jamás podría haber imaginado que fueran capaces de atentar de esta forma contra los ciudadanos. Espero sinceramente que esta propuesta de reforma electoral caiga en saco roto y este amago de traición a la Constitución no sea más que una desafortunada anécdota en un futuro cercano.

Así que como cientos de españoles en el extranjero, que por estar repartidos por diferentes continentes y países tenemos escasas o nulas posibilidades de hacer llegar nuestras quejas a ninguna parte, me agarro a lo que tengo, la posibilidad de gritar por escrito. Esta frase que leí esta semana en un blog recoge exactamente lo que quiero gritar: ¡O votamos todos o la urna al río.