_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Caos en Tailandia

La sangrienta represión en Bangkok agudiza la alarmante crisis política del país asiático

Las protestas políticas en Tailandia son parte del paisaje, como el protagonismo militar en un país que ha sufrido casi una veintena de golpes de Estado desde el advenimiento de la monarquía constitucional, en 1932. Pero la represión que el pasado fin de semana ha costado la vida a 22 personas en Bangkok, la mayoría a manos del Ejército, es la más violenta en mucho tiempo. La crisis tailandesa, que se prolonga ya más de cuatro años, ha alcanzado una cota insostenible y augura lo peor si el palacio, los generales y los partidos no hallan un punto de encuentro mínimo que recomponga el pragmatismo.

Los camisas rojas, tras más de un mes de protestas, bloquean por millares el centro de Bangkok y exigen que el primer ministro, Abhisit Vejjajiva -instalado en el poder por un enjuague parlamentario castrense en diciembre de 2008, con el beneplácito real-, renuncie, disuelva el Parlamento y convoque elecciones. El jefe del Gobierno, refugiado en una base militar, tiene un horizonte agónico después de que la comisión electoral haya denunciado la financiación ilegal de su partido. Los camisas rojas, mezcla de campesinos y trabajadores urbanos, cada vez más populares, son partidarios del ex primer ministro Thaksin Shinawatra. Elegido dos veces, depuesto por los generales en 2006, condenado por corrupción y fugitivo, sus políticas sociales entre 2001 y 2006 le han granjeado el apoyo de muchos.

Más información
El jefe del Ejército tailandés toma el control de las operaciones contra los 'camisas rojas'
Los 'camisas rojas' suavizan sus exigencias para poner fin a la crisis en Tailandia
La fuerza tabú del rey tailandés
Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Clave en el desenlace de este dramático pulso es la actitud de los militares, alineados con un equívoco palacio y cada vez menos monolíticos en su percepción de la situación. Es improbable que el Ejército protagonice otra exhibición de fuerza y arriesgue su menguado crédito protegiendo al acorralado jefe del Gobierno. Los problemas tailandeses son políticos y requieren una solución política. La represión en Bangkok sólo ha contribuido a exacerbar un conflicto enquistado sobre el que nunca ha dejado de planear la sucesión del anciano y enfermo rey Bhumibol. La monarquía tailandesa es un absoluto tabú político y la veneración inspirada por el monarca no se traslada al príncipe heredero.

Tailandia, segunda economía del sureste asiático, está pagando un alto precio social y económico por su inestabilidad y polarización crecientes. La situación exige urgentemente elecciones inobjetables que confieran al vencedor el capital político necesario para reordenar un alarmante y descompuesto paisaje.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_