Muchos minutos para poco fútbol
El Zaragoza y el Mallorca se contentan con el mal juego y las tablas finales
El pie de Ander Herrera y los remates de Suazo no alcanzaron para desgajar al Mallorca, que se refugió en el contragolpe y se contentó con las tablas. Un mal menor para el Zaragoza, que trata de desentenderse sin éxito de la lucha por el descenso; un caramelo para los bermellones, que se ensamblan en Europa y que no tuvieron mayor premio porque les anularon un gol tan sensacional como válido.
El Mallorca no se anda con milongas. No pretende destilar un fútbol plástico ni preciosista, sino que sabe de sus limitaciones y juega a lo que puede. Le va de rechupete. No varió su propuesta en La Romareda, donde enlazó las líneas, se abrochó en campo propio y aguardó a las acometidas rivales para activarse en los contragolpes, enraizados en las bandas y culminados en el punto de penalti. Manzano tiene claro que lo primero es abigarrar y almidonar la zaga para remitirse a la puntería de los hombres avanzados o a las jugadas de estrategia. Funcionó, como siempre.
ZARAGOZA 1 - MALLORCA 1
Zaragoza: Roberto; Pulido, Jarosik, Contini, Ponzio; Edmilson, Gabi (Colunga, m. 62); Arizmendi, Ander Herrera, Eliseu (Pennant, m. 46); y Suazo (Abel Aguilar, m. 79). No utilizados: Carrizo; Paredes, Babic y Jorge López.
Mallorca: Aouate; Josemi, Rubén, Nunes, Ayoze; Mattioni (Víctor, m. 75), Martí, Borja Valero, Castro; Webó (Mario Suárez, m. 66) (Bruno China, m. 78) y Aduriz. No utilizados: Lux; Corrales, Pezzolano y Keita.
Goles: 0-1. M. 12. Rubén cabecea un saque de esquina. 1-1. M. 21. Suazo recibe de Ponzio y lanza una vaselina.
Árbitro: Turienzo Álvarez. Mostró la cartulina amarilla a Nunes, Ponzio, Arizmendi, Castro, Aouate y Aduriz.
La Romareda: Unos 20.000 espectadores.
Ander y Suazo son los únicos blanquillos que reniegan de los días libres
Igual de claro tiene el Zaragoza su manual de juego, por más que se agarre unas pájaras de aúpa, tan incomprensibles como demoledoras, tan fatigosas que le ponen sobre el alambre. Resulta que en algunos casos, como Eliseu y Diogo, el absentismo laboral fuera de casa está a la orden del día. En otros, como Arizmendi, Ponzio, Gabi o Edmilson, quedan limitados a la inspiración. Sólo Ander -cada vez más maduro y trampolín del equipo- y el punzón Suazo reniegan de los días libres.
Sin más pie que el de Ander, el Zaragoza no entiende un ataque sin su colaboración ni un ataque sin su criterio. Pero Gay alineó a los extremos a pierna cambiada y redujo los espacios para circular el balón, al tiempo que restó profundidad al equipo y potenció el juego interior. Menos huecos, castigo al cerebro, penalización para Ander. Tampoco ayudó al principio Suazo, empecinado en no tirar los desmarques hacia delante sino al estilo cangrejo, con varios pasos hacia atrás para participar en la construcción y generar espacios con los arrastres de los zagueros centrales. Pero como el balón lo tenía Ander, no había futbolistas que rompieran desde la segunda línea. Aplicado, Suazo entendió la jugada y miró al frente. Gesto que descompuso a la defensa del Mallorca, cómoda en los achiques y las coberturas pero patosa en las carreras hacia la retaguardia. Ponzio cazó la pelota con pillería, la plantó en el suelo y sacó la falta como una exhalación. Balón diagonal y a la espantada de Suazo, que le ganó la espalda a la zaga, controló el cuero, lanzó un recorte que quebró la cadera de Rubén y conectó una vaselina deliciosa, de parábola perfecta. Un gol insuficiente para demoler al Mallorca, que ya había golpeado primero. Un contragolpe, un córner y un gol.
Sin más idea que la de saltar como un resorte tras rebañar el cuero, el Mallorca se ejercitó sin complejos, fiel a su propuesta. Faltó al juego colectivo Chori Castro pero se destapó Mattioni, habitual lateral reconvertido a interior. Habilidoso en el regate, potente en la zancada, generoso en el esfuerzo y profundo en el despliegue, el ala derecha resultó de lo más fructífera. Entre otras cosas porque Ponzio es un carrilero persistente, que se descubre las espaldas con cierta asiduidad. Lo aprovechó Mattioni, que tras varios zigzagueos pisó área y le dio medio gol a Aduriz, que no convirtió el otro medio porque disparó al bulto y el balón se perdió por la línea de fondo. En el mismo córner, sin embargo, Borja centró al primer palo y Rubén, un tráiler sin frenos y decidido, remató sin remisión a la red.
Dos goles y muy poco juego, sazonado de vez en cuando por alguna asistencia de Ander, pocos despuntes de Suazo, un disparo de Edmilson y un golazo de Aduriz -un remate de cabeza en la medialuna del área- que anularon de forma equivocada porque no estaba en fuera de juego. Atascados en la manufacturación del fútbol, sin más ingenio ni juego, los entrenadores se dieron las manos antes de tiempo. Un delantero por un medio y a verlas venir. Un punto para el Zaragoza, que no se aleja de la batalla del descenso; otro para el Mallorca, que trepa a la zona noble.
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