Mentiras y querellas
Veinte años después, los acólitos de José María Aznar se reunieron en Sevilla para celebrar su encumbramiento en el PP. Cometieron el mismo error que les hizo perder las elecciones tras el atentado del 11-M: mintieron.
Aznar dijo que "el PP era y debe seguir siendo incompatible con la corrupción". Rajoy, que "ha quedado demostrado que no ha habido financiación ilegal del PP". Las dos afirmaciones son falsas.
Los casi 70.000 folios del sumario Gürtel y las 12 causas abiertas contra el PP en Baleares (la última, calentita: el martes fueron detenidos otros dos altos cargos del Gobierno de Jaume Matas) demuestran lo contrario. Hubo corrupción durante los años que ocuparon el poder central (1996-2004), la siguió habiendo allí donde gobernaban y muchas actividades del partido fueron financiadas por tramas corruptas en cuatro comunidades: Madrid, Valencia, Galicia y Baleares.
El anfitrión sevillano de la plana mayor popular, Javier Arenas, ha añadido a la mentira la amenaza. Nada nuevo tampoco.
Dirigentes socialistas bautizaron al dirigente andaluz como Querellator Arenas, por las constantes amenazas de querellas que lanza contra sus críticos. En la mayoría de los casos, se las lleva el viento. A Gaspar Zarrías, ex consejero de la Presidencia, le anunció 15, pero sólo se concretó una, que fue desestimada por el juez.
Ahora, quien concita la furia de Querellator es Miguel Ángel Vázquez, secretario de Acción Electoral del PSOE andaluz. Ayer estaba previsto el acto de conciliación en Sevilla. Varias querellas anunciadas se han reunido en una. Vázquez pedía explicaciones a Arenas sobre su relación con la trama Gürtel.
Es cierto que Arenas ni está imputado ni ha sido acusado de beneficiarse personalmente de este monumental caso de corrupción. Desde el punto de vista judicial, Arenas está libre de toda sospecha.
Otra cosa es el juicio político que merece su actuación como secretario general del PP (1999-2003) y más tarde como presidente del PP andaluz. Arenas sostiene que ni él, ni el partido en Andalucía, han tenido nada que ver con los cabecillas o las empresas de la trama.
Pero el sumario registra estos hechos: Álvaro Pérez, El Bigotes, le escribió a Arenas reclamando una deuda de Galicia. Jerez y Granada contrataron empresas de Correa para asistir a Fitur. La Audiencia Nacional tiene abiertas diligencias contra el primero de estos ayuntamientos.
Correa entregó a la novia de Ricardo Galeote, ex concejal popular de Estepona, "tres o cuatro millones de pesetas, porque si no le embargaban la casa". Galeote está acusado de cobrar 42.469 euros de la banda. En ese ayuntamiento, que pagó 53.000 euros a una empresa de Correa, trabajó Carmen Rodríguez, su esposa, como jefa de prensa.
La constructora Begar, del imputado José Luis Ulibarri, tiene promociones de VPO en Málaga capital, gobernada por el PP.
El número dos de la trama, Pablo Crespo, pagó dinero a un concejal independiente de Bormujos (Sevilla) para que apoyara una moción de censura contra el PSOE.
Correa, por último, dice que Arenas participó en una reunión donde se autorizó que comenzara a trabajar para el PP. Arenas lo desmiente. Pero sí ha reconocido la estrecha amistad que le une con Bárcenas, su colega de pádel.
A Arenas le gustaría que su nombre no apareciera unido a la palabra Gürtel. Imposible. El martes, en el Senado, la vicepresidenta Elena Salgado le preguntó si su concepto de "gestión extraordinaria" es la del ex tesorero del PP, acusado de recibir 1,3 millones en sobornos.
Arenas es consciente del daño político que puede causarle Gürtel. Por eso amenaza con querellas. Para amedrentar. Teme que sus esperanzas de conquistar la presidencia de la Junta se frustren una vez más. Sería la cuarta y con toda seguridad la última.
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