Pirámides 'made in China'
Sumergirse en el arte del regateo, perderse en intrincadas callejuelas y aspirar el aroma de esencias del Lejano Oriente. Mezclarse entre hombres con galabeyya y turbante que fuman shisha y unirse a una tradición ancestral pidiendo té con menta o café turco con cardamomo en la esquina de cualquier establecimiento. Todo ello forma parte de la experiencia única de perderse (lo laberíntico es inherente al lugar), en un zoco. Y en ningún lugar (con permiso del Gran Bazar de Estambul), se vive de forma tan auténtica como en el Khan El Khalili de El Cairo.
De cuando se fundó, hace más de 700 años, como caravasar, quedan impresionantes y destartalados edificios, mezquitas escondidas, un hamam y muchos recuerdos. "¿Qué quieres, pasmina?" reclaman al turista los tenderos, "aquí lo tengo más barato". Un par de pasos después. "¿Quieres nada? Tengo nada", afirman invitando a entrar a una angosta tienda o a un gran establecimiento con un amplio muestrario. Todo preparado para que el foráneo halle un trofeo que colocar en la mesa de la oficina. Aún hoy, como antaño a través de la Ruta de la Seda, hasta El Cairo llegan productos del Lejano Oriente, concretamente de China. Pero tantos y tan variados, que ya es difícil hallar en el genuino mercado local un recuerdo made in Egypt, a pesar de que el made in China se rubrique en arabescos. Deslumbran sus figuras de metal bruñidas y abruman sus pilas kitsch de esfinges y pirámides de cristal haciendo la competencia a alfombras y pañuelos. "¿Qué me dice de esos pañuelos, algodón egipcio?", inquirirá el iluso paseante. Definitivamente no. Los egipcios cuestan el doble y los visitantes quieren precios bajos y compras abundantes, según los comerciantes.
Unas 950 empresas chinas se han establecido en zonas francas egipcias
El país, que es la puerta de África, ha abierto sus brazos al mastodonte chino
En el zoco es difícil hallar un recuerdo de Egipto sin el 'made in China'
Un mercado, un ejemplo de cómo China se abre hueco en el continente. Egipto, puerta de África, le ha abierto los brazos al mastodonte oriental cuyo producto interior bruto (PIB) creció un promedio de 10,4% entre 2007 y 2009. Sus exportaciones al país árabe, fueron de 2.900 millones de dólares en 2007 y de 5.800 millones en 2008. Mientras, las exportaciones en dirección contraria se incrementaron menos de la mitad en igual periodo, hasta los 164 millones de dólares. Y no sólo eso, unas 950 empresas chinas se han establecido en los últimos años en zonas francas egipcias, lo que representa una inversión de casi 300 millones de dólares, según la Autoridad General de Egipto para la Inversión.
Lejos de los expositores para turistas (que no sólo de esta actividad, aunque sí en gran parte, vive Egipto), para el ciudadano de a pie esto significa: que celebró su victoria en la Copa de África de fútbol hace unos meses con banderas fabricadas en China, vio los partidos gracias a un decodificador de satélite importado de China, llegó a la celebración en una bicicleta Phoenix, una moto Halawa o un coche Speranza fabricados en China y tomó fotos de la juerga con su móvil fabricado en China. Los precios bajos y la calidad superior a la de los productos egipcios son las explicaciones que algunos comerciantes dan a esta invasión. Tanto es así que desde hace años los musulmanes egipcios ya sólo pueden encender tradicionales lámparas de Ramadán made in China.
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