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El maquis de La Axarquía

La policía detiene a un hombre que vivía en el monte por robar en una veintena de viviendas

Juana Viúdez

Era un espíritu errante con afición por llenar la tripa, y la saca, en casa ajena. Juan A. M., de 65 años, vivía como un maquis en los montes de La Axarquía malagueña, aunque su causa no era tan idealista como la de los guerrilleros antifascistas. En los últimos meses se había dedicado a entrar en numerosos diseminados de la zona, la mayoría segundas residencias, en los que se dedicaba a comer y a robar alimentos en conserva, pequeños electrodomésticos y objetos. En algunas viviendas entró hasta en tres ocasiones.

Sus incursiones, nada románticas, tuvieron en jaque durante unos ocho meses a los agentes del Cuerpo Nacional de Policía de Vélez-Málaga. Hace escasos días le localizaron en unas cuadras abandonadas y con aspecto de no haberse lavado en un buen tiempo. Para llegar a su escondite tuvieron que hacer muchas preguntas y adentrarse en unos cinco kilómetros en todoterreno.

Juan A. M. hurtaba alimentos en conserva y electrodomésticos
Aumentan los robos de productos de primera necesidad

Juan A. M., oriundo de Jaén, no tuvo reparos en reconocerse autor de los robos y en defender su modo de vida en libertad. "Sus acciones no pueden considerarse un delito famélico, aquel que se comete por hambre y que no está penado, porque se llevaba otros enseres de las viviendas", explican fuentes policiales. Uno de los denunciantes declaró ante la policía que había echado de menos unos prismáticos, entre otros enseres. El juez le ha enviado a prisión preventiva.

El número de denuncias por robo que se le atribuyen roza la veintena. Como la mayoría de las casas en las que entraba se utilizan para vacaciones o fines de semana, los propietarios han advertido las sustracciones poco a poco y todavía quedan afectados que no han aportado el listado de bienes robados.

En los últimos dos años han aumentado los robos de productos de primera necesidad, como alimentos e higiene, sobre todo en comercios. "Se exponen por botines mucho menores y se ceban con algunos comercios, a los que roban en varias ocasiones", observa un policía local de Málaga. Muchos de estos hurtos no llegan a comisaría porque la suma de los alimentos rara vez llega a superar los 100 euros, y terminan devolviéndose. Cuando se trata de ladrones reincidentes, que han planificados los hurtos, o roban por encargo objetos de más valor como prendas de marca, perfumes o reproductores de música, sí que suelen terminar ante el juez.

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Sobre la firma

Juana Viúdez
Es redactora de la sección de España, donde realiza labores de redacción y edición. Ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria profesional en EL PAÍS. Antes trabajó en el diario Málaga Hoy y en Cadena Ser. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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