_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Nadie

Carlos Boyero

Desconfío instintivamente de la gente que se arroga machaconamente el conocimiento de la verdad y la práctica de la honradez. Qué manía con tener claro conceptos tan resbaladizos y oscuros. Por ejemplo, nunca entendí el significado de la honradez al escuchar desde la niñez dogmas tan populares y retorcidos como que la mujer no sólo tiene que ser honrada, sino parecerlo. ¿Por qué las mujeres y no los hombres? ¿Qué implicaba esa honradez? Sospecho que tenía más que ver con la fornicación que no ha sido bendecida por el Altísimo que con lo de robar, mentir y estafar. Por mi parte, nunca he estado seguro de que fuera genética o esforzadamente honrado. Por si acaso, he tratado de mantenerme siempre lejos de la caja pública. Para evitar la irresistible tentación de introducir la manita. Y agradezco mi insignificancia, ya que imagino que mi precio sería razonable si hubieran intentado corromperme. Dudando tanto de la propia virtud, es normal que se me forme una previsora y hastiada mueca cada vez que escucho la exaltada y fatigosa autoproclamación de honradez, sinceridad y transparencia.

La casta política abusa hasta la náusea de estar en posesión de honradez y verdad. Si hubieran leído a Shakespeare, que lo sabía todo de la naturaleza humana y también de la manipulación de la caprichosa plebe, sabrían que Marco Antonio logró cargarse a Bruto después de asegurar incansablemente a los expectantes ciudadanos de Roma: "Y sin embargo, Bruto es un hombre honrado".

Escucho la ardorosa, folclórica y conmovedora certidumbre de Javier Arenas de que "a nosotros no nos gana nadie en honradez". El plural se refiere al PP. ¿Cómo lo sabe, en qué se basa, qué pruebas tiene? ¿Nadie en España o en el mundo mundial? Si resulta arriesgado responder de uno mismo, hacerlo por tantos conocidos y extraños sólo se te puede ocurrir en estado de embriaguez o de demencia. Sólo así el oyente podría ser compasivo con semejante estupidez. O no haber percibido que Arenas utilizaba el sarcasmo y la militancia surrealista en su jocosa afirmación. Hace sentir añoranza de profesionales del pragmatismo, como aquel que declaró algo que incluso resultaría cristalino para un deficiente mental: "Estoy en la política para forrarme".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_