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REINO UNIDO | Laboratorio de ideas | BREAKINGVIEWS. Reuters

Mal momento para hablar de impuestos

Las contribuciones al Seguro Nacional no son un buen campo de batalla para las elecciones británicas. Carecen del atractivo de los recortes al impuesto sobre la renta. Pero el Seguro Nacional es un impuesto malo y los conservadores hacen bien en prometer que van a echarlo abajo.

Desgraciadamente, el momento en el que lo han anunciado deja cierto tufo a desesperación en un momento en el que su ventaja en los sondeos se esfuma. Es más, choca frontalmente contra su compromiso de recortar el enorme déficit presupuestario del Reino Unido.

El Seguro Nacional supone un buen incentivo para que los jefes intenten arreglárselas con menos trabajadores. Ya hace tiempo que ha dejado de suponer un seguro, y ahora es, desde todos los puntos de vista salvo el nombre, un segundo impuesto sobre la renta, con diferentes regulaciones y exenciones. Los laboristas proponen aumentar la tasa un 2% hasta el 25,8% el año que viene, con un 12% del empleado y un 13,8% del jefe.

En consecuencia, el Estado recibiría 40 libras de cada 100 que un empleado (con el tipo base del impuesto sobre la renta del 20%) le cuesta a su jefe. La cifra para los contribuyentes con una base imponible más alta es del 49%, y para los que más pagan, del 58%.

No sorprende que el Seguro Nacional sea un poderoso factor de aumento de los ingresos. El Tesoro calcula que el aumento del 2% tiene un valor de 7.000 millones de libras, después de subir el umbral para los trabajadores peor pagados.

Incluso después de esta descomunal subida de impuestos, el Centro de Investigación de la Economía y los Negocios calcula que se necesita un aumento adicional del impuesto y recortes del gasto por valor de 35.000 millones de libras para alcanzar el objetivo de préstamos de los propios laboristas para 2014 o 2015. Estas cifras son tan altas que ninguno de los partidos se ha atrevido a revelar detalles sobre lo que harán, pese a que casi todo el resto de la gente cree que una acción drástica es inevitable.

El ataque de los conservadores se ha centrado en las afirmaciones de que reducirán el déficit más rápido que los laboristas. La nueva brecha política respecto al Seguro Nacional quizá aumente las posibilidades de que se dé un debate como es debido entre los responsables de economía de los partidos el próximo lunes por la noche, pero no contribuirá a dar credibilidad a los conservadores.

La última vez que George Osborne, ministro de Economía en la sombra, intentó sacarse un conejo de la chistera fiscal, los laboristas se pusieron tan nerviosos que Gordon Brown amenazó con convocar elecciones. Esta vez es más probable que la opinión pública vea que hay gato encerrado. -

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