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Editorial:Editorial
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

No sólo es el yuan

Las autoridades chinas mantienen desde hace años un régimen cambiario que, a diferencia del vigente para las principales divisas del mundo, limita de forma significativa las fluctuaciones del tipo de cambio de su moneda frente al resto. A efectos prácticos, el significado de ese currency peg es que permite controlar la apreciación del yuan, con el consiguiente efecto sobre la competitividad exterior china: se limita el encarecimiento de las exportaciones y el abaratamiento de las importaciones. A lo largo de los últimos años, sin embargo, el tipo de cambio central ha ido desplazándose, reconociendo de forma gradual esa apreciación del yuan frente a la totalidad de las monedas de las economías avanzadas, a una media en torno al 6% anual. Desde mediados de 2008, en todo caso, el tipo bilateral con el dólar de EE UU se ha mantenido estable en el entorno de los 6,82 por dólar actuales.

A esa política de estabilización del tipo de cambio de su moneda frente al dólar se le ha atribuido en EE UU de forma insistente el origen del superávit comercial de China, especialmente en su formulación bilateral frente a EE UU. Desde hace años constituye el argumento fundamental en el que se basan las proclamas proteccionistas que, con bastante independencia de quien ocupe la Casa Blanca, se suceden desde hace años en EE UU.

Es verdad que la competitividad internacional de la economía china sigue siendo muy dependiente de los precios relativamente bajos, amparados en costes de producción relativamente reducidos, de ahí la sensibilidad a las variaciones del tipo de cambio. Pero ello no debe impedir verificar las cada vez más evidentes ventajas competitivas en sectores con menor sensibilidad a los precios, más intensivos en valor añadido. El esfuerzo de las autoridades chinas en inversión en educación politécnica, en habilidades de la fuerza de trabajo, es casi tan destacable como el explícito en la inversión en capital físico y capital tecnológico. China es también la economía que está rompiendo récords en su transición desde estadios inferiores de desarrollo hacia otra cada vez más intensiva en conocimiento, es decir, en ventajas competitivas propias de economías avanzadas.

El proteccionismo americano tampoco está justificado al observar las ventajas que sus agentes económicos obtienen de la capacidad de ahorro china. Además de tomar en consideración que la mitad de lo que exporta China lo hace a través de empresas multinacionales estadounidenses, debemos recordar el peso específico que el ahorro chino tiene en la financiación de la economía americana, en especial del muy considerable déficit público. Los bajos tipos de interés que soportan los agentes públicos y privados estadounidenses sobre sus elevadas deudas tienen mucho que ver con las masivas transferencias de ahorro chino.

Claro que el tipo de cambio del yuan acabará asumiendo un régimen de libre flotación como los de las monedas de las economías más avanzadas, pero sería aconsejable dejar que sean las autoridades chinas las que definan el ritmo de adecuación. Esa tutela cambiaria, tampoco conviene olvidarlo, ha supuesto una suerte de inmunización frente a los efectos de la crisis financiera estadounidense. Y eso nos ha venido bien a todos. -

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