3.590 metros de cueva
Seguramente muchos de los lectores no sabrán muy bien dónde queda Espluga de Francolí. "Debe quedar realmente en el Francolí", comentó un barcelonés al enterarse de nuestro destino. Espluga de Francolí es una localidad sin grandes alardes que se encuentra en la comarca tarraconense de la Cuenca de Barberà, a una hora y media de Barcelona. Quizá pasa desapercibida. Tiene como vecinos cercanos la bella y medieval ciudad de Montblanc y el magnífico monasterio cisterciense de Poblet. Difícil competencia. Pero ella no se amilana e intenta brillar con luz propia. Y la verdad es que lo consigue con una buena oferta en contenidos bien organizados que dejan un buen sabor de boca a toda la familia. Éstas son sus mejores cartas.
01 Paseo por la vida rural
Un didáctico y entretenido paseo por el mundo rural sin caer en el folclore y en estereotipos manidos. El Museo de Vida Rural abrió sus puertas en 1988 en la casa familiar de Luis Carulla (uno de los ilustres hombres de Espluga de Francolí; fundador entre otras cosas de Gallina Blanca en 1937), cuya fundación es la que gestiona el museo, y hace pocos meses inauguró un nuevo, moderno y luminoso edificio, obra del arquitecto Dani Freixes (Parque del Clot, Museo de la Pesca de Palamós, Conservatorio de Música del Liceo). El recorrido por los dos edificios da una imagen completa de lo que ha sido la vida en el campo a lo largo de la historia: agricultura (olivo, trigo y vid, es decir, aceite, pan y vino), ganadería (abundante cerdo y menos ovejas), oficios (herrero, carpintero, curtidor...), comercio (mercados) y vida cotidiana. Con numerosas herramientas y maquinaria en perfecto estado de revista, recreaciones y entretenidos audiovisuales sobre cómo se practicaban los oficios, una divertida sala con fauna autóctona y un impresionante herbolario en donde por supuesto no falta una variada muestra micológica (estamos en una región donde la búsqueda de la seta es un arte). Toda una lección para los urbanitas y un homenaje a un mundo tan denostado o reivindicado en la actualidad. Otra sala acerca al visitante al campo con retos como la sostenibilidad y la defensa del medio ambiente.
02 Mundo subterráneo
Al salir del Museo de Vida Rural se puede ir paseando por las calles de Espluga de Francolí hasta llegar a la vereda del río Francolí, que nace allí mismo en la llamada Font Major y que es el culpable de que vayamos a estar más de una hora recorriendo una de las cuevas más largas del mundo formadas en conglomerado (un tipo de roca sedimentaria), descubierta por casualidad en 1853, con 3.590 metros de galerías conocidas de momento. Estas cuevas, con una temperatura constante bastante agradable y agua en abundancia, no pasaron desapercibidas a nuestros antepasados. Era un buen sitio para asentarse. Los arqueólogos han encontrado restos que van desde el paleolítico hasta la época prerromana. Las dos cuevas están organizadas como un museo donde, gracias a unas recreaciones y los restos arqueológicos hallados (desde rudimentarios bifaces de sílex hasta sofisticadas tinajas de barro adornadas con conchas), descubrimos la cultura y el modus vivendi de nuestros ancestros. Los más aventureros -siempre que avisen con antelación y tengan más de ocho años- pueden optar por una ruta en la que, vestidos con trajes de neopreno, se convertirán durante tres horas en espeleólogos.
03 Vino y carquiñoles
Existen dos museos más en el pueblo a los que también se puede llegar andando. Un sencillo Museo del Vino situado en la Bodega Cooperativa (la zona se enmarca en la denominación de origen Conca de Barberà). Obligada cata. Hay varios puntos de venta.
Otra visita es una destilería convertida en museo (abrió el pasado diciembre) donde se aprende cómo se procesaba el aguardiente. Funcionó desde mediados del XIX hasta mediados del XX y su maquinaria está impecable.
En cuanto a las compras, no hay que olvidar los carquiñoles, dulces típicos de aquí, una especie de pan tostado de almendras que data de 1888. Hay muchas pastelerías que los elaboran de manera artesanal. En el paseo por las calles de Espluga de Francolí se topará con el antiguo hospital (siglos XV-XVI) y sus dos iglesias, una junto a la otra, la vieja, de transición del románico al gótico, y la nueva, de estilo neoclásico.
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