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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Marva Wright, esencia del 'blues' de Nueva Orleans

Vocalista de vieja escuela que triunfó al margen de las listas de éxitos

Fernando Navarro

Los amantes del blues y el góspel se felicitan aún por el día en que Marva decidió que dejaba su silla de secretaria en un instituto para subirse a un escenario y dar rienda suelta a su torrencial voz. Porque Marva Wright, fallecida el pasado 23 de marzo a los 62 años en Nueva Orleans, era la esencia misma de la música negra, una vocalista esplendorosa, de vieja escuela, que sin aparecer nunca en las listas de éxitos ni contar con una campaña de promoción por parte de una discográfica era conocida por artistas y críticos musicales como la reina del blues de Nueva Orleans. En el último año, su característica sonrisa fue apagándose poco a poco después de haber sufrido dos ataques que complicaron su trombosis.

Conocida por sus seguidores como Maravillosa Marva, su decisión de dedicarse a la música profesionalmente se hizo esperar para desgracia de los oyentes. Nacida en Nueva Orleans en 1948, Wright creció en un ambiente rodeado de música. Junto al hervidero sonoro de la ciudad del delta del Misisipi, la cantante absorbió sus primeras influencias en casa. Su madre, una talentosa mujer que cantaba y tocaba el piano, despertó el interés de su hija por los sonidos de raíces y, además, era compañera de clase y amiga de la futura leyenda del góspel Mahalia Jackson. Sin embargo, un entorno tan extraordinario no sirvió para que Marva, dueña de una garganta pletórica, se animase a dar el salto profesional. Durante años, se dedicó a cantar en su casa y en la iglesia mientras criaba a sus hijos y atendía a la rutina de acudir de lunes a viernes a su puesto de secretaria en un colegio de Secundaria. Hasta que un día, con los niños ya mayores, y tal vez cansada de formularse siempre la misma pregunta, decidió presentar sus canciones en algunas de las salas de Bourbon Street, la histórica calle del barrio francés de Nueva Orleans. El público se enamoró de ella.

En poco tiempo, Wright pasó de ser una secretaria simpática a una figura clave del circuito musical de la ciudad. En cada actuación ganaba un admirador. Uno de los primeros y más reputados fue Ed Bradley, redactor del prestigioso programa de la CBS 60 minutos. El periodista se encargó de introducir a la cantante en el mundo de los festivales de jazz. Su nombre empezó a ser conocido y en 1990, a la edad de 42 años, Marva grabó su primer disco, Heartbreakin' woman. La crítica no reparó en elogios.

Tanto en ese debut como en los siguientes trabajos hasta su muerte, Wright dio muestras de un talento portentoso como vocalista, a la altura de musas como Aretha Franklin o Mavis Staples. Inundaba de sensibilidad y nervio cada canción que interpretaba, incluso si eran clásicos de Bob Dylan, Sam Cooke o U2. Como las grandes voces de la música negra, imponía su presencia, hacía de la composición un relato personal y cautivaba por su honestidad desgarradora mientras bajos, órganos y armónicas acompañaban a sus palabras. Pese a su reconocimiento, nunca abandonó los locales y clubes de Nueva Orleans. Era su casa, su vida, el lugar donde nació, creció y murió. La tierra que la coronó reina del blues.

Marva Wright con uno de sus músicos en una actuación de 2007.
Marva Wright con uno de sus músicos en una actuación de 2007.AP

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Sobre la firma

Fernando Navarro
Redactor cultural, especializado en música. Pertenece a El País Semanal y es autor de La Ruta Norteamericana. Ejerce de crítico musical en Cadena Ser. Pasó por Efe, Abc, Ruta 66, Efe Eme y Rolling Stone. Ha escrito los libros Acordes Rotos, Martha, Maneras de vivir y Todo lo que importa sucede en las canciones. Es de Madrid.

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