"A otro piloto lo hubiera atacado"

Cuando la lluvia aparece, el espectáculo de la fórmula 1 mejora en progresión geométrica. Como en las últimas ediciones del Gran Premio de Australia, ayer volvió a suceder. La lluvia apareció justo en el momento de tomar la salida y los coches colocaron los neumáticos intermedios de agua. La humedad lo invadió todo. La carrera resultó emocionante. Y la actuación del asturiano y del británico Lewis Hamilton fue brutal. Aunque no alcanzaron el podio, fueron los que pusieron los mejores ingredientes al espectáculo: incidentes, remontadas, adelantamientos, duelos a muerte. No faltó nada.

Para Alonso todo comenzó francamente mal. En la salida, sus ruedas patinaron al encontrarse con la línea blanca de llegada que no tenía la pintura antideslizante. Perdió varias posiciones y vio cómo le adelantaba su compañero de equipo, Felipe Massa, antes de que Jenson Button le tocara su rueda trasera derecha y le provocara un trompo que le dejó con el coche colocado en medio de la pista y en dirección contraria. "Fue un momento duro. Pensé que sería difícil alcanzar los puntos", confesó Alonso. Tuvo suerte, porque ningún coche le impactó. Cuando pudo girar, todos habían pasado. Quedó en las últimas posiciones, pero con el coche intacto. Allí inició una remontada espectacular que le llevó hasta el cuarto puesto.

Superó en un plis-plas a De Grassi, Glock, Kovalainen y Chandhok, antes de entrar en boxes para cambiar neumáticos y poner los lisos blandos de seco (8ª vuelta). Salió bien situado del taller y pronto se colocó en octava posición. Entonces comenzó lo bueno, porque Alonso se encontró en un grupo en el que estaban Hamilton, Webber y Massa.

El duelo entre ellos cuatro se prolongó hasta que Hamilton y Webber entraron en boxes por segunda vez. Allí pareció que iban a perder todas sus opciones. Pero los dos iniciaron un ataque bestial, sacando hasta dos segundos por vuelta a todos los demás. Estaban a más de 21 segundos cuando salieron de boxes (34ª vuelta) y en 15 vueltas habían alcanzado a los dos Ferrari. Mientras tanto, Alonso y Massa dirimían su propio duelo. El asturiano era más rápido, pero nunca logró superar al brasileño, que se defendió con uñas y dientes. "Es difícil atacar a tu compañero de equipo, con otro piloto lo hubiera hecho. Pero piensas en el jefe [el patrón de Ferrari, Stefano Domenicali] y en no hacer nada extraño", confesó Alonso. "Mis neumáticos estaban ya bastante tocados y tampoco estaba en condiciones de pasarle", agregó. El duelo entre los dos Ferrari pasó a convertirse en un nuevo enfrentamiento entre Alonso y Hamilton. Tras varios avisos por radio de que el británico se le acercaba, Alonso contestó: "No me lo digáis más". Quedaban ocho vueltas para la conclusión. Y el ataque no cesaba. A dos vueltas para el final, Alonso decidió pegar una frenada brusca en la chicane, provocando un frenazo de Hamilton, embestido luego por Webber. Los dos se salieron de la pista, pero ambos pudieron concluir la carrera. "Hacía varías vueltas que íbamos juntos y le estaba reteniendo como podía", explicó Alonso.

Cuando aquello ocurrió, Hamilton se estaba ya quejando. "No tengo neumáticos", les dijo a sus ingenieros por radio. Quedaba patente que su conducción deteriora los neumáticos de forma alarmante, en comparación con su compañero de equipo Jenson Button que llegó cómodo al final realizando una sola parada y ganó la carrera. Pero Hamilton no ejerció la autocrítica. "Estoy contento mi trabajo pero creo la estrategia no fue correcta", declaró.

Alonso fue cuarto por detrás de Button, Kubica y Massa. "Pasarles era difícil y pensé que un cuarto puesto era un gran resultado. Delante no había ninguno de mis rivales para el título. En cambio, le saqué 12 puntos a Vettel y 11 a Schumacher", concluyó.