Guardiola, Wenger y el complejo de Edipo
- "La prioridad de Wenger no es ganar trofeos; es el estilo de juego".
George Graham, ex entrenador del Arsenal, sobre el actual entrenador del equipo.
El Barcelona-Arsenal, en cuartos de final de la Champions, será un enfrentamiento entre padre e hijo. Con la curiosidad de que, en este caso, el hijo llevará 21 años al padre. Porque el gran sueño de Arsène Wenger, que dirige el Arsenal desde 1996, es que el equipo que él ha hecho a su imagen crezca, madure y llegue a jugar algún día como el Barcelona de su admirado Pep Guardiola, un jovenzuelo que lleva apenas 18 meses ejerciendo de entrenador en las grandes divisiones.
No se cansa Wenger de echar piropos al Barça ("su fútbol es arte") y de recurrir al modelo de Guardiola cuando se le critica por insistir en jugar buen fútbol, incluso (o especialmente) cuando los resultados parecen exigir que debería revertirse a métodos menos románticos. La obstinación ha tenido su recompensa. El Arsenal pelea por ganar la Liga inglesa y no está mal encaminado para llevarse también la Champions desplegando el fútbol que más se aproxima en Europa al juego sinfónico del club catalán.
El Barcelona y el Arsenal están comprometidos con la idea de que el fútbol existe para dar placer a las multitudes
La idea de la rivalidad padre-hijo se puede extender a los propios jugadores, concretamente a Xavi, el director de orquesta del Barça, y a su posible delfín, el también catalán Cesc Fábregas, capitán del Arsenal ("general", dicen muchos) con sólo 22 años. Wenger robó a Fábregas de la cantera del Barcelona en 2003, pero uno de los rumores más insistentes de la temporada ha sido que este próximo verano el jugador volverá a casa. La cuestión para Guardiola (cuya asignatura pendiente es aprender a fichar bien) es si los dos serán capaces de jugar en el mismo once sin estorbarse, ya que a Xavi, que tiene 30 años, todavía le quedan al menos un par de temporadas al máximo nivel.
La misma pregunta se la hará Vicente del Bosque. En Inglaterra, donde Fábregas es considerado con unanimidad como uno de los cinco mejores jugadores de la Liga, no se pueden creer que el gran luchador, creador y goleador del Arsenal no sea titular automáticamente en la selección española. En España, en cambio, es una herejía proponer que Fábregas juegue si es en lugar de Xavi. Pero, en el caso de que Fábregas le gane el duelo en los dos partidos de la Champions [la ida es el miércoles en Londres], en el caso de que el Arsenal emerja victorioso y su capitán vuelva una vez más a hacer lo que hace mejor que Xavi, marcar goles (le supera por 14-2 en la Liga esta temporada), podría aparecer la semilla de un debate hasta ahora inconcebible en el fútbol español.
Eso sí, será difícil que el pretendiente inglés venza al rey de Europa; que el hijo, como Edipo, mate al padre. Guardiola es, por lo menos, igual de hábil que Wenger en el gran arte del entrenador: sacar el máximo rendimiento a lo que tiene. Y, ya se sabe, jugador por jugador, Guardiola tiene más. Tanto en calidad como en experiencia. Esa diferencia de 21 años entre Wenger y Guardiola es más o menos la misma de la que hay entre la suma de las edades del mejor once de ambos equipos, con ventaja numérica en este caso para el Barça. La relativa veteranía puede resultar decisiva en un par de partidos de tan alta tensión, aunque no tanto como la presencia en el Barcelona del incomparable Leo Messi, que muchos periodistas y blogueros ingleses consideran (absurdamente) un jugador inferior al actual ídolo de las islas, Wayne Rooney.
La pena es que uno de los dos equipos quedará eliminado, que ambos no aguantarán hasta la final. No todos los días uno puede ver enfrentados a dos clubes tan comprometidos con la idea de que el fútbol existe para dar placer a las multitudes. El partido será un manjar y un reproche al espíritu rudo y mecánico que predomina en el resto de los equipos que permanecen vivos en la máxima competición de clubes del mundo. Sólo un fanático es capaz de disfrutar del juego del Inter, del Manchester United, del Bayern de Múnich o del CSKA de Moscú o el de los dos equipos franceses, el Lyon y el Girondins de Burdeos. El fútbol del Barça y el Arsenal es de todos. Incluso, si lo quieren, de la dolida afición del Chelsea y del Real Madrid.
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