Ikerbasque estudia las incógnitas del alzheimer
José Julio Rodríguez dirige un proyecto para regenerar células dañadas
Alteraciones en la memoria y el lenguaje, retroceso en la capacidad de aprendizaje... los efectos del alzheimer en las personas son harto conocidos, pero "el desarrollo de la enfermedad es desconocido" reconoce el investigador de Ikerbasque José Julio Rodríguez. El eje sobre el que ha rotado el estudio de esta enfermedad neurodegenerativa está en un neurotransmisor, la acetilcolina, pero también en un exceso de proteínas anómalas que crean placas sobre las células y limitan sus funciones. Sin embargo, los medicamentos actuales -buscan bloquear la encima que daña el neurotransmisor- son fármacos que únicamente retrasan el desarrollo durante un tiempo. "La investigación se ha centrado en el neurotransmisor correcto, el problema es que hemos elegido una vía muy estrecha, ahora comenzamos a ver otros factores", matiza.
En un futuro se podría retrasar 10 años el avance de la enfermedad
"Si creamos fármacos que se dirijan a varios frentes, entre todos la medicación será más eficiente". Ese es el objetivo del investigador, que estudia ahora distintas vías para descubrir "el lado más oscuro de la enfermedad, lo que nadie conoce". Su equipo, formado por cinco personas, busca retrasar su desarrollo, pero también regenerar las células dañadas. Para esto último, estudian la neurogénesis, la capacidad de crear neuronas. Con los años ésta, que se encuentra en la zona de la memoria, va mermando. Rodríguez predica con el mens sana in corpore sano y apunta a que se puede retrasar el proceso: "hay que hacer ejercicio y usar el intelecto, por ejemplo, hacer el sudoku a diario" porque estas personas tienen menor incidencia de la enfermedad. Para aquellas personas que han perdido la neurogénesis, los investigadores de Ikerbasque estudian trasplantar células madre en el cerebro. Esta alternativa se comenzará a experimentar con un equipo checo en una colonia de ratones transgénicos única en España.
Rodríguez señala que las mujeres están más afectadas y los síntomas aparecen antes en ellas, y descarta que cada vez los enfermos de alzheimer sean más jóvenes. La edad más temprana se mantiene en los 50 años entre el 2 y el 3% de los casos y a partir de los 60 años en el resto. "El objetivo es curar la enfermedad, pero primero hay que lograr que el desarrollo sea más lento", puntualiza el investigador. Combinando los distintos aspectos de la enfermedad para mejorar los resultados de los fármacos "se podría, aunque no totalmente curar, paliar y retrasar la enfermedad 10 ó 15 años".
Para conocer esos factores, Rodríguez se centra en la investigación de las células gliales, que reducen y sintetizan sustancias cuando detectan que en su exceso son nocivas. Según sus estudios, estas células se hacen más grandes en la zona afectada por la enfermedad pero se empequeñecen en zonas más lejanas, haciendo que pierdan funciones. El equipo estudia este comportamiento para encontrar el modo de que mantengan su tamaño y sus tareas de conexión y regulación para retrasar el alzheimer.
En la actividad de estas células buscan también la forma de adelantarse a los primeros síntomas de la enfermedad. "Buscamos marcadores tempranos, porque nos permitirían atacar antes a la enfermedad, pero es difícil decir que alguien con pérdidas de memoria tiene alzheimer", ya que el estrés tiene también estos síntomas. En sus investigaciones han detectado que estas células se activan en los ratones cuando tienen una edad equivalente a los 20 ó 30 años humanos, lo que facilitaría la detección precoz.
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