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Columna
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'Pringaos'

Carlos Boyero

Difunden por cada rincón de Francia las fotografías de los descerebrados patriotas vascos que han cometido no solo la barbaridad que implica arrancarle la vida a alguien, sino también el monstruoso error estratégico de que la víctima sea un policía nativo, intocable símbolo de la ley y el orden. Reprochan los viejos, letalmente eficaces y entrullados killers de ETA a sus sucesores actuales que son un desastre, que actúan sin profesionalidad, que van puestos de droga. No hablan en términos morales (sería delirante que Capone se arrepintiera de sus crímenes), sino dictaminando conclusiones bélicas. Y tienen razón. Hay que estar muy desesperado o con un cuelgue importante para buscarse el peor enemigo en la Tierra que alguna vez fue tan asquerosamente comprensiva con ellos, les consideraba refugiados políticos, les otorgaba espacio para planificar su espanto y refugio después de cometerlo. La sordidez de mirar hacia otro lado desapareció milagrosamente con los contratos del AVE. Y ahora estigmatizan en Francia a los enamorados de la goma-2 con el implacable "Se busca". Es una noticia fantástica. También es probable que a cualquier ser racional le desaparezca el ancestral rictus de escepticismo al escuchar en boca de los gobernantes de turno algo tan cansino e inexacto como que a ETA le quedaban dos suspiros. A lo mejor, ahora es cierta la agonía de la pesadilla.

Cómo conforta imaginarse tonterías como que el crimen paga siempre y que los ricos también lloran. Por ejemplo, al constatar que a Bernard Madoff le ha caído una mano de hostias en la cárcel. El entusiasmo hacia la poética de la justicia social dura poco. La lógica te aclara que ya no puede ser tan rico si ha consentido que le sacudan en una jungla en la que el dinero otorga no ya la invulnerabilidad sino también la monarquía. Cuentan que estafó a variados depredadores. Por lo tanto, es normal la venganza de otros tiburones, que Madoff se rompa la crisma al salir de la ducha.

El pobre Luis Roldán, con pinta de personaje de cómic, afirma que él ha pagado por sus delincuentes actos, pero que otros se han largado de rositas. Sería cruel aclararle que a la cárcel solo van los pringaos. Aunque hayan poseído disfraz de ganadores. Como él, Madoff, Conde. Ideales para frenar la alarma social.

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